Libro de Lamet en Mensajero ¡Ha nacido la luz!

(Antonio Aradillas).- Con nítida precisión sociológico religiosa, en el proemio de su nuevo libro La luz recién nacida, editado por Mensajero, su autor, el amigo Pedro Miguel Lamet, describe y comenta que "la Navidad se ha convertido en un fenómeno mediático y obligado por la cultura del consumo, que provoca sentimientos ambiguos de encuentros y desencuentros, frustración o alegría, gasto o nostalgia. Sin embargo, todos conservamos en un rincón de nuestra alma algún recuerdo entrañable y profundo de infancia ligada al belén, la estrella de los Magos, o quizá la fe honda de nuestros padres y abuelos".

En este "Cancionero de Adviento y Navidad"- subtítulo del libro-, ilustrado con una amplia selección de obras pictóricas, Pedro Lamet se hace activa y religiosamente presente con el lenguaje poético que le impulsó a escribir otros libros como Desde mi ventana y Fotos con alma. Y es que hay temas, como el que ahora presenta, cuyo fiel tratamiento no puede ser otro que el aureolado de versos...

Los lectores se frustran cuando son la historia, la Biblia y los mismos evangelios canónicos, y aún apócrifos, solo o fundamentalmente, las fuentes suministradoras de datos y detalles, incapacitadas por sí para adentrarnos y reencontrarnos en la intimidad de la luz, después de haberla despertado de la situación y del lugar donde estuviera escondida, y aún apagada.

Al cristianismo, a sus catecismos, sermones, tratados teológicos y pastorales y, en general, a la Iglesia, les hacen falta versos... La poesía y los versos son de por sí, evangelio. Son "palabras de Dios", al igual que lo son los "versículos" sagrados que los contienen, expresan y difunden. Sin versos, toda doctrina, por sagrada y cristiana que sea y así se imparta, no es hilo de libertad y de vida. De generación y regeneración libre y salvadora.

Papas y obispos, sacerdotes, laicos y laicas, precisan cultivar, sentir y predicar la poesía -versos y besos- para ejercer su sagrado ministerio y este se convierta en academia y referente de luz, de salvación y de libertad. Si no se es poeta, no es posible ejercer ministerio alguno, y menos, el sagrado. En grado eminente así lo ejercieron Fray Juan de Santo Matías (San Juan de la Cruz) y Fray Luis de León, en consonancia con este libro de sacerdote jesuita Pedro Lamet. Todos, por supuesto, en flagrante y flamante oposición con la Inquisición y sus alguaciles.

El libro de Pedro Lamet, con sus correspondientes capítulos bellamente poéticos de "La luz se hizo", "En busca del abrazo", "La noche enamorada", "Siempre es Navidad" y "Como si abrazara el aire", es paradigma pastoral de alegría, de transparencia y de felicidad evangélica y evangelizadora. A título personal sugiero que el lector fije su atención en el tipo de letras de los textos bíblicos que les sirven de referencia al autor, así como en los de su propia cosecha y comentario bucólico y lírico en general, dado que en incontables parajes y estancias, unos y otros felizmente pueden confundirse e identificarse.

"Era un ser perdido en la penumbra,/ la tarde sin amor ni despedida,/ la mesa sin brasero, la ternura/ que pide el Yo del pan y risa hambriento/. Era el Tú que se oculta en la espesura/ y brotara si estalla el sentimiento". Las palabras del Génesis (1,2) comentadas de tan bella y provocadora manera, son estas: "La tierra era un caos informe / sobre la faz del abismo, la tiniebla/, y el aliento de Dios / se cernía / sobre la faz de las aguas..."

Mi más abrazadora y cálida felicitación para el autor, por este santo evangelio en poesía, con el fraternal compromiso de rezar con él estos versos del capítulo "¿Devuélveme mi estrella! Ahora que el niño se acurruca en este/ gastado cuerpo,/ y que el mundo va camino de no saber caminos,/ devuélveme la estrella / en su esplendor de estaño,/ que anoche he vuelto a escribir cartas la vida/ y no responde nadie". Amén.

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