2019, un año lleno de Vida, de Esperanza, de Nuevos Caminos
El cambio de año es tiempo de mirar atrás, pero sobre todo de ver como se presenta el futuro, y hacerlo con esperanza, pues como dice Don Pedro Casaldáliga, “cuánto más difíciles son los tiempos, más fuerte debe ser la esperanza”. Me uno a esa afirmación desde la Amazonía, una región sobre la que se ciernen tiempos difíciles, pero que también será motivo de intensa reflexión dentro de la Iglesia católica en 2019, a través del Sínodo Especial de los Obispos para la Pan Amazonía.
Ese proceso sinodal genera esperanza en la Iglesia y en los pueblos amazónicos, pues tiene como objetivo reflexionar sobre nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. La Iglesia, y todos los que formamos parte de ella, tiene que sentirse llamada a ser un altavoz que reproduzca los anhelos de esos pueblos, a escucharles con atención para compartir sus sueños, para mostrar que otro mundo es posible y que la Amazonía y sus pueblos son el mejor ejemplo de eso.
En la convivencia con esos pueblos uno va descubriendo que se puede ser feliz viviendo con sobriedad, descubriendo en la simplicidad de lo cotidiano los elementos que nos permiten disfrutar de lo poco que tenemos y lo mucho que somos, especialmente cuando caminamos juntos, cuando nos unimos en pro de un objetivo común, que es que todos tengan vida en abundancia.
Todo esto contrasta con el sistema ultra liberal que se quiere imponer como padrón de vida en muchos lugares del mundo, también en la Amazonía, especialmente en la parte brasileña, aunque en otros países el panorama no es muy diferente, donde la llegada del nuevo gobierno, que comienza su mandato este uno de enero, quiere convertirse en paradigma de un sistema insostenible, que pretende expoliar los recursos naturales y humanos en favor de unos pocos, condenando a los pueblos, a la región, y probablemente al Planeta y a la propia humanidad en su conjunto, a un futuro dramático y desalentador.
Somos llamados a ser misioneros, que hagan presente a Dios en medio de los pueblos amazónicos, pero al mismo tiempo que descubran las semillas del Verbo, pues no podemos olvidar que en la Amazonía, como en cualquier lugar del Planeta, Dios llegó mucho antes que los misioneros. Somos desafiados a hacernos presentes en medio de la gente desde una actitud de escucha sencilla, callada, que evangeliza no con las palabras y sí con actitudes que expresen lo más profundo del corazón de Dios, que no es otra cosa que su profundo Amor y Misericordia por todos y cada uno, especialmente por aquellos que la sociedad descarta.
Seamos profetas de Esperanza, de Vida, de Nuevos Caminos, enfrentemos el día de mañana desde una actitud de abertura a lo que cada nueva jornada nos depara. Dejemos de ser profetas de calamidades y sepamos descubrir las cosas buenas que hay a nuestro alrededor. Todo es cuestión de punto de vista, del prisma con el que vemos la realidad. Que el año nuevo nos ayude a tener o recuperar esa mirada de Vida, de Esperanza, de Nuevos Caminos. Es algo urgente y necesario, la mejor aportación que como cristianos podemos hacer a la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Lo que pasa a la historia y queda en la memoria es todo aquello que fundamenta nuestra vida y nuestra fe.
¡Feliz 2019, lleno de Vida, Esperanza y Nuevos Caminos!
Ese proceso sinodal genera esperanza en la Iglesia y en los pueblos amazónicos, pues tiene como objetivo reflexionar sobre nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. La Iglesia, y todos los que formamos parte de ella, tiene que sentirse llamada a ser un altavoz que reproduzca los anhelos de esos pueblos, a escucharles con atención para compartir sus sueños, para mostrar que otro mundo es posible y que la Amazonía y sus pueblos son el mejor ejemplo de eso.
En la convivencia con esos pueblos uno va descubriendo que se puede ser feliz viviendo con sobriedad, descubriendo en la simplicidad de lo cotidiano los elementos que nos permiten disfrutar de lo poco que tenemos y lo mucho que somos, especialmente cuando caminamos juntos, cuando nos unimos en pro de un objetivo común, que es que todos tengan vida en abundancia.
Todo esto contrasta con el sistema ultra liberal que se quiere imponer como padrón de vida en muchos lugares del mundo, también en la Amazonía, especialmente en la parte brasileña, aunque en otros países el panorama no es muy diferente, donde la llegada del nuevo gobierno, que comienza su mandato este uno de enero, quiere convertirse en paradigma de un sistema insostenible, que pretende expoliar los recursos naturales y humanos en favor de unos pocos, condenando a los pueblos, a la región, y probablemente al Planeta y a la propia humanidad en su conjunto, a un futuro dramático y desalentador.
Somos llamados a ser misioneros, que hagan presente a Dios en medio de los pueblos amazónicos, pero al mismo tiempo que descubran las semillas del Verbo, pues no podemos olvidar que en la Amazonía, como en cualquier lugar del Planeta, Dios llegó mucho antes que los misioneros. Somos desafiados a hacernos presentes en medio de la gente desde una actitud de escucha sencilla, callada, que evangeliza no con las palabras y sí con actitudes que expresen lo más profundo del corazón de Dios, que no es otra cosa que su profundo Amor y Misericordia por todos y cada uno, especialmente por aquellos que la sociedad descarta.
Seamos profetas de Esperanza, de Vida, de Nuevos Caminos, enfrentemos el día de mañana desde una actitud de abertura a lo que cada nueva jornada nos depara. Dejemos de ser profetas de calamidades y sepamos descubrir las cosas buenas que hay a nuestro alrededor. Todo es cuestión de punto de vista, del prisma con el que vemos la realidad. Que el año nuevo nos ayude a tener o recuperar esa mirada de Vida, de Esperanza, de Nuevos Caminos. Es algo urgente y necesario, la mejor aportación que como cristianos podemos hacer a la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Lo que pasa a la historia y queda en la memoria es todo aquello que fundamenta nuestra vida y nuestra fe.
¡Feliz 2019, lleno de Vida, Esperanza y Nuevos Caminos!