Ayuno

Ayuno
El ayuno es una de las tres prácticas que la Iglesia recomienda hacer para prepararnos a la gran fiesta de Pascua.

El Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Cuaresma en 2008 decía: "Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor —la oración, el ayuno y la limosna— para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, 'El ayuno ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos'. Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar".

Y el Papa Francisco dijo, según señala Radio Vaticano, que el ayuno, de acuerdo a la visión de Dios, consiste en “soltar las cadenas injustas”, “dejar en libertad a los oprimidos”, pero también “compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo”, “cubrir al que veas desnudo”. Esta es la visión del ayuno según Isaías 58, 6-7. Estas dos visiones de los pontífices no se excluyen sino que se complementan.

En otra ocasión el Papa actual proponía esta práctica:

• Ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas.
• Ayuna de descontentos y llénate de gratitud.
• Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia.
• Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo.
• Ayuna de preocupaciones y llénate de confianza en Dios.
• Ayuna de quejarte y llénate de las cosas sencillas de la vida.
• Ayuna de presiones y llénate de oración.
• Ayuna de tristezas y amargura y llena de alegría el corazón.
• Ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás.
• Ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.
• Ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros.


Si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se llenará de: PAZ, CONFIANZA, ALEGRÍA Y VIDA.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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