Exigencia y confianza



Hay pasajes del Evangelio que son muy exigentes y una tiene susto de pensar si será capaz de vivirlos. “¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida. Y pocos dan con él”. Humanamente tiendes a lo fácil, a lo cómodo. Y en realidad el camino que nos señala Jesús de cómodo y fácil no tiene nada.

Suerte que hay otros pasajes que te alientan: “Yo soy la puerta”. Sí, Él es la puerta, Él es el camino de la verdad que conduce a la vida. Sin dejar de pensar que hay que luchar para conseguir la vida, siguiendo el camino que Él nos marca y con la confianza que la puerta es su corazón traspasado por la lanza, me invade un sentimiento de paz.

Si nos salvamos no es por nuestra cara bonita, ni por el propio esfuerzo, sino por su bondad y su misericordia infinitas. Ahí otra vez me viene en mente esta frase: “Sin mi no podéis nada”. La cuestión es no creerse alguien o algo para pensar que podremos pasarnos sin su ayuda. Ya en el Antiguo Testamento el salmista lo expresa bien: “Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación”. Sí, Él y nadie más es mi salvación. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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