Nadie las arrebatará de mi mano

En manos de Dios
He aquí una frase que reconforta nuestro corazón. Si somos ovejas de su rebaño, dice Jesús, en el evangelio de San Juan en el capítulo 10:“Nadie las arrebatará de mi mano”. Es más continua: “Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno”. No hay duda. Podemos estar ciertos, si estamos con Él y con el Padre no hay que temer, nos encontramos en todo momento entre las manos de Jesús que se entregó para darnos vida y entre las manos del Padre que nos ha creado para estar con Él.

Podemos pasar por momentos duros, con dificultades de toda clase pero en estos momentos no dudemos que estamos entre unas manos que nos sostienen, que no nos van a soltar para dejarnos caer contra el suelo y quedar estrellados. El problema del hombre surge cuando duda de que está en manos de Dios y corre hacia los ídolos, los falsos dioses que prometen y no pueden cumplir sus promesas, porque tienen manos y no tocan, nariz y no huelen, garganta y no hablan.

Pero si queremos seguir al Pastor de nuestras almas, el que no quiere bien más de lo que nosotros podemos esperar, no hay que temer nadie nos puede arrebatar sus manos.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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