Renunciar y ganar

Detrás de toda decisión siempre hay un discernimiento, al menos eso creo. Todo lo que vaya sucediendo entonces, es probable que sea repercusión del paso dado. Así, toda nuestra vida está grabada por experiencias que han marcado y que por supuesto irán marcando, porque cada día que vivimos nos ofrece la oportunidad de dar un paso más, de tomar una nueva decisión para guiar y encaminar la propia vida.

A menudo utilizamos la palabra renunciar para muchas cosas. Es algo que nos acompaña y difícilmente realizamos una separación. Da la sensación incluso, de que sólo pensamos en ella de forma un tanto negativa: renuncio a comer, a ir a un lugar, a una fiesta, a un trozo de pan..., y lo comunicamos cuando creemos que es algo que sale fuera de lo normal.

La vida es una renuncia diaria, de pequeñas cosas, pero son renuncias que forman parte de nuestro quehacer. Estas pequeñas renuncias nos marcan y ayudan, nos piden y exigen, y es así que vamos haciéndonos.

La renuncia es "dejar de..." para "ganar algo", es un simple paso que nos lleva en muchas ocasiones, a apreciar más lo que tenemos. Una renuncia no es perder, siempre es ganar, y lo vemos claro cuando nos paramos en nuestra vida y cuando dedicamos un poco de nuestro tiempo a nosotros mismos; ello nos ayuda a toparnos en primera persona con todo lo bueno que Dios ha puesto en nuestro camino.

En la vida podemos encontrarnos con dos aspectos: la renuncia, porque cuando se apuesta por una cosa... dices que no a otra, y la del ganar, porque es lo que quiero, es mi respuesta a la llamada a la vida. Creo, que renunciar y ganar están unidas por otra palabra, el Amor.Texto: Hna. Conchi García.
Volver arriba