En cualquier época del año podemos vivir a fondo la misión de la Iglesia, pero para algunas personas el
verano puede ser un tiempo oportuno para entrar en contacto con la misión. La misión en países lejanos o en nuestro lugar de residencia, buscando las necesidades cercanas, dando nuestro tiempo, nuestras iniciativas,
poniendo al servicio de los demás las posibilidades y los dones que Dios nos ha regalado.
La misión atesora una llamada atractiva para los jóvenes, significa algo más que una simple experiencia, pues
cuando uno siente la misión descubre su identidad personal. La inteligencia se despliega, la creatividad y la fantasía aparecen, el empeño y la generosidad se dan sin medida.
La misión está al alcance de todos, no importa la edad, si se lleva en el corazón el deseo de dar a conocer a Jesucristo y en nuestra oración al Padre repetimos: “Venga a nosotros tu Reino”.
Texto: Sor María Josefa Cases.