Un enamorado de la creación

Luna
El autor del salmo 103 es un enamorado de la creación. Lejos del salmista la idea de la destrucción de nuestro planeta por la irresponsabilidad del hombre actual.

Este himno rinde gloria a Dios por la belleza de todo lo creado. Este salmista es como un predecesor del místico y científico jesuita Teilhard de Chardin que escribió en el desierto de Asia “El Himno al universo”.

El salmista inicia su poema con estas palabras: “¡Dios mío qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro” (vv. 1-4).

Un paseo nocturno en una noche de luna llena en el que se recortan los árboles y se refleja en las aguas de los riachuelos la luz plateada de ésta, todo está en silencio... nos lleva fácilmente al creador y de nuestro corazón se eleva la expresión del salmista: "¡Dios mío que grande eres!”.

¡Cómo el hombre puede ser tan inconsciente y por el afán insaciable de riqueza destruya tanta belleza! Verdaderamente el pecado del hombre cubre de tinieblas lo que el Señor ha creado y vio que era bueno.

Que el Espíritu que es más fuerte que el pecado no permita que el hombre sea tan irresponsable y destruya lo que Dios le entregó para que lo cuidara. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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