Que la esperanza os tenga alegres

En realidad la alegría, que llevamos en nuestro corazón no puede depender sólo de las circunstancias buenas o no tan buenas que se nos presentan ordinariamente, debemos intentar estar alegres en todo momento, teniendo claro que esta alegría tiene su origen y fundamento en Dios mismo.
La alegría que podemos sentir se expresa en el buen humor, en la sonrisa, en el deseo de facilitar la vida a los demás. Aquel que desde el inicio del día vive con el rostro triste no consigue dar testimonio de su esperanza. Por muy difícil que sea la situación, el Señor siempre nos ofrece su bondad y su gracia y es en estas circunstancias cuando debemos intentar dar razón de la esperanza que nos habita.
Sabemos por experiencia que la alegría se contagia, aquel que sabe expresar su esperanza ofrece a los demás motivos para vivir la alegría. Si creemos que Dios da en cada momento a cada persona aquello que le es un bien, no puede caber en nuestro corazón la tristeza o el enfado. Puede ocurrir que yo no sea capaz de descubrir este bien de Dios en este momento concreto, pero debe intentar vivir en la esperanza aquello que me corresponde porque más allá de cuanto no logro entender el Señor nos da su luz y su paz para descubrir su amor. Texto: Hna. Carmen Solé