Lucas 24, 21 Nuestra esperanza

¿Quién no ha dicho en más de una ocasión “había esperado otra cosa”?

Esperanza

¿Quién no se ha visto alguna vez desbordado por acontecimientos desafortunados que se le han presentado de forma impensada? ¿Quién no ha dicho en más de una ocasión “había esperado otra cosa” o “había esperado que esto no ocurriera nunca”? o ¿quién no ha pensado que nunca se vería en tal situación de desconcierto o tristeza?

La vida no siempre es igual, en ocasiones los cielos más azules se cubren y permanecen grises por un tiempo, y ahí se desarrolla nuestra esperanza, precisamente en la oscuridad.

Aquellos discípulos de Emaús aun conversando con el mismo Jesús se sienten desbordados por cuanto ha ocurrido “últimamente” en Jerusalén. Han pasado ya tres días… y nuestra única certeza es que murió en la cruz… no tenemos nada más. Ahora unas mujeres nos han desconcertado, pero nada sabemos… habíamos confiado que Él salvaría a Israel, pero nada ha sucedido.

Y cada uno sabemos todo aquello que “hemos esperado”, cuántas veces hemos creído en la llegada de cuanto quizás pueda transformar nuestra vida o darle un sentido nuevo. Nos ha faltado una palabra, un gesto amigo, quizás un gracias a tiempo o un abrazo, pero nada ha sucedido. Y seguimos diciéndonos “nosotros, habíamos esperado, pero…”, como comentaban al mismo Jesús aquellos discípulos entristecidos.

En este momento, sólo la fe nos abre a la esperanza. Un día todo cambiará, el sol volverá a brillar, la vida, mi vida, recobrará su sentido más pleno, su gozo más profundo. Reconoceremos entonces a Jesús resucitado presente a nuestro lado, partiéndonos el Pan y recobraremos el ánimo incluso para regresar a Jerusalén, al lado de los demás.

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