Los sentimientos de Jesús

Jesús
Jesús verdadero hombre tuvo sentimientos. En el Evangelio vemos que él no los disimuló sino todo lo contrario.
Jesús replica a su madre: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” (Lu 2,49).
“Cansado del camino, Jesús se sentó al borde del pozo de Sicar” (Jn 4,6).
“Jesús miró con ira” a los de la sinagoga porque criticaban que sanara en sábado (Mc 3,5).

Jesús se regocija: “Te bendigo Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los sencillos” (Lc 10,21).
Ante la respuesta del centurión, Jesús se admira: “Os aseguro que en Israel no he encontrado tanta fe como en este hombre” (Lc 7,9).
Jesús se compadece ante la madre viuda que va a enterrar a su hijo único (Lc 7,11).

Jesús llora ante Jerusalén: “Jerusalén, Jerusalén que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía. ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas, pero no quisisteis! (Mt 23,37-38).
También llora ante la tumba de Lázaro.

Jesús se lamenta “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y todavía no me conoces?”(Jn 14,9).
Jesús expresa su angustia ante la muerte: “Padre, si quieres, líbrame de esta copa amarga, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42).
También expresa Jesús su soledad: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,45).

Estos y otros muchos sentimientos encontraremos leyendo los evangelios que nos dibujarán la personalidad exquisita de Jesús. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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