Los sordos oirán

Hoy andaba pensando en cuanto nos dice la Palabra de Dios para preparar la llegada del Mesías, y me decía a mi misma cuanta sordera y cuanta ceguera tengo, cuantos ciegos y sordos encuentro a mi lado, cuanta gente que andará estos días sin darse cuenta de que el Señor nos visita y nos salva.
Y es que en ciertos momentos hasta puede parecer cómodo ser sordo o ciego, sin oír ni la voz, ni querer reconocer los gestos, que me lanzan los que tengo cerca; puedo centrarme en mi mismo, ver otra vez el mundo desde mi simple lugar y atreverme a afirmar que ya llegará el tiempo de la salvación.
Pero cuando el Señor me abre los oídos para escucharle y los ojos para ver con su luz a todo cuanto Él mismo pone a mi lado, de verdad que la vida parece nueva. Nueva porque descubro la ilusión de los otros, nueva porque puedo captar sus esperanzas y necesidades, nueva porque puedo ayudar a quien busca, para dar la mano a quien pide apoyo, nueva en fin, porque sin ponerme a mi misma como medida puedo gozar con cuanto los demás ven, puedo vivir contenta cuanto entre todos reconocemos al Mesías que llega como aquél Sol que nos visita de lo alto y podemos celebrar con alegría verdadera la Navidad. Texto: Hna. Carmen Solé.