“Estad en vela”

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Esta semana pensaba en la fuerza que tiene el Evangelio de este domingo, el de las doncellas que tomaron sus lámparas mientras esperaban la llegada del novio. Y digo que tiene fuerza porque es una llamada directa y personal a cada uno de nosotros.

La presentación de este Evangelio puede resultar a veces confuso porque se espera una actitud por parte de las doncellas un tanto más fraterna, de compartir… pero analizando la situación se percibe que de la misma manera que la llamada de Dios es personal, la respuesta también lo es. Nuestra respuesta a Dios ha de ser personal, es intransferible, por ello compartir aceite no es posible ya que la esencia de la persona no puede perderse ni desvirtuarse, somos lo que somos y estamos preparados para la llegada del novio o no lo estamos. Toda esta escena nos la presentan como una celebración de bodas, de las fiestas más importantes de la sociedad de aquella época, pero fiesta que quiere representar al Reino de Dios.

La espera de las doncellas, el hecho de velar por la llegada del novio, son actitudes que caracterizan el esfuerzo del ser humano por encontrarse con Dios. No podemos engañarnos con falsas místicas si primero no hemos sido capaces de buscar, de velar y esperar… éste es el creyente, persona de fe que espera a pesar de las dificultades, que busca la presencia de Dios en su vida como algo primordial.

No saber ni el día ni la hora de la llegada del novio es la incertidumbre de la vida, por eso el esfuerzo por el cambio, por ser mejores y por no perder nunca la esperanza ha de ser un signo constante en nuestras vidas. Texto: Hna. Conchi García.
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