Monseñor Raharilamboniaina: "Hay que encontrar el camino del diálogo" "Madagascar está en riesgo de guerra civil", advierten los obispos

Movilizaciones en Madagascar
Movilizaciones en Madagascar

En el país africano, sacudido por protestas callejeras y episodios de violencia, también la policía y la gendarmería se han unido a gran parte del ejército gubernamental que respalda a los manifestantes

El presidente de la República, Andry Rajoelina, huyó al extranjero; no ha dimitido, pero disolvió la Asamblea Nacional

Monseñor Marie Fabien Raharilamboniaina, obispo de Morondava y presidente de la Conferencia Episcopal de Madagascar, intentar explicar una situación más confusa que nunca

(Vatican News).- El presidente Andry Rajoelina huyó precipitadamente al extranjero. La disolución de la Asamblea Nacional fue anunciada mediante un escueto comunicado en Facebook.

La capital, Antananarivo, cayó por completo en manos de los jóvenes de la llamada “Generación Z”, que nunca dejaron de protestar en calles y plazas. Policía y gendarmes se unieron al ejército gubernamental, que en su mayoría ya se había alineado con los manifestantes. Bastaron unas pocas horas, anoche, para que Madagascar cayera en el más absoluto caos.

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De nada sirvió el llamado al respeto de la Constitución y al diálogo nacional lanzado por el propio Rajoelina en un mensaje difundido en las redes sociales desde un lugar secreto —“donde me he refugiado para proteger mi vida”, reconoció—. El presidente, sin embargo, no anunció su dimisión, como pedía gran parte de la población, que desde hace semanas clama por su renuncia. Sin éxito.

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Promesas incumplidas

“¿Qué puede suceder ahora? Una guerra civil”. Monseñor Marie Fabien Raharilamboniaina, obispo de Morondava y presidente de la Conferencia Episcopal de Madagascar, hace una pausa en su viaje para ordenar sus ideas e intentar explicar una situación más confusa que nunca.

"Hay una desconfianza generalizada. El gobierno ha hecho muchas promesas, pero ha cumplido muy pocas"


“Las protestas se han extendido —afirma—. Los jóvenes, los sindicatos, los funcionarios públicos, todos están insatisfechos con el gobierno. Hay una desconfianza generalizada. El gobierno ha hecho muchas promesas, pero ha cumplido muy pocas”.

-¿Se refiere sobre todo a las promesas de agua y electricidad, origen de las protestas?

-No solo. El acceso al agua y a la electricidad fueron promesas de campaña electoral que nunca se cumplieron. Además, hay despilfarro. En todas las provincias se construyeron hospitales que no funcionan: no tienen médicos, ni equipos, ni medicamentos. Cuando un enfermo llega, no puede ser atendido. El verdadero problema es la falta de respeto por los derechos fundamentales, y esta vez el pueblo ha dicho no; no quiso seguir callando.

-¿Realmente teme que estalle una guerra civil?

-No es solo mi preocupación, sino la de toda la Iglesia. Podría estallar incluso una guerra entre los mismos militares. Hemos pedido a los líderes que dialoguen directamente con el pueblo; llamamos al jefe del Estado y al primer ministro para solicitarles un encuentro pacífico, pero no dejaron que la gente hablara, no permitieron que expresaran su dolor. También hemos rezado, pero al final tuvimos que dejar que el pueblo manifestara su sufrimiento y sus deseos.

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-¿El diálogo aún puede servir?

-Ciertamente. Hay que crear nuevos espacios de diálogo, indispensables para hallar soluciones alternativas dentro del marco constitucional. Esperamos que sea posible encontrar caminos de paz sentándose alrededor de una mesa. No debemos rendirnos, pese a los fracasos: hay que seguir adelante.

-¿Qué puede hacer la comunidad internacional para ayudar a Madagascar?

-La comunidad internacional ha pedido a nuestro país que respete la Constitución y nos está ayudando en ese sentido: los presidentes de otras naciones contactan a sus embajadores, y estos dialogan entre sí, con los partidos de la oposición y con los jóvenes. En realidad, son los jóvenes quienes están liderando estas protestas, porque están cansados de las falsas promesas. No tienen nada, ni siquiera las becas de estudio que el gobierno prometió hace cinco años.

-¿Qué mensaje quiere dirigir a su pueblo en este momento?

-Pido que recemos, recemos y recemos. Y que evitemos recurrir a la violencia, no solo la física sino también la verbal. A las fuerzas armadas les digo: no usen las armas contra el pueblo. Al pueblo hay que amarlo, acompañarlo y escucharlo. Hay que darle la oportunidad de expresar su dolor.

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