(José M. Vidal).- El avión del Papa aterriza en Lesbos. Llega el peregrino de Roma que trae un rato de esperanza a los desesperados. Le recibe el primer ministro griego, Alexis Tsipras, que agradece su visita. En su contestación, el Papa ensalza "la valiente y generosa acogida del pueblo griego a los refugiados".
El avión de Alitalia aterriza a las nueve en el pequeño aeropuerto de Mitelene, en la isla griega de Lesbos. En la cabina las banderas de Grecia y del Vaticano ondean al viento.
Los operarios tienden la alfombra roja. Por la puerta del avión aparece la blanca silueta de Francisco. A pie de escalerilla le esperan Alexis Tsipras, el Patriarca Bartolomé, al Patriarca Jerónimo y el arzobispo católico de Atenas Papamanolis, que se funden en un abrazo con el Papa de Roma.
Tras los saludos, suenan los himnos de El Vaticano y de Grecia. Francisco saluda a las autoridades civiles y religiosas, entra en el aeropuerto y recibe el saludo de Tsipras. Su discurso, en griego, es traducido al Papa.
El Papa le da las gracias por la acogida y da "las gracias al pueblo griego por su valiente y generosa acogida".
Tras el encuentro privado con el primer ministro griego, el Papa se traslada en un minibus al campo de refugiados de Moria, junto a los Patriarcas Bartolomé y Jerónimo.
A continuación, en el mismo aeropuerto, la bienvenida de los Patriarcas Bartolomé y Jerónimo. "Gracias por su visita, Santidad. Le estamos muy agradecidos", le dice Bartolomé, después de recordar el encuentro que ambos mantuvieron en Jerusalén.
El Patriarca Jerónimo también le da las gracias por su visita "en estos momentos difíciles para Grecia y para los refugiados" y le promete buscar soluciones con el Papa.