Un laicismo tóxico El cartel de la fiesta de la Merced o el mal gusto
Si Pedro Nolasco levanta la cabeza…
La fiesta de la Merced, patrona de Barcelona, no es la ocurrencia de cuatro iluminados que antes de ayer, animados por el botellón, decidieron montar una fiesta para seguir la diversión. Esta fiesta se remonta, nada más y nada menos, que al siglo XIII, cuando un hombre de Dios, Pedro Nolasco, decide cambiar su negocio brillante de telas por un negocio más sacrificado, necesario y urgente: liberar a los cristianos cautivos del poder musulmán, que en las mazmorras o en las ciudades bajo el poder del Islam, se ven sometidos a vivir sin libertad e incluso a renegar de su fe por adquirir ventajas sociales en un mundo hostil a los cristianos y poder así vivir con una cierta dignidad. Fue la obra de un gigante de la fe y la caridad que, además, quiso perpetuar en la fundación de una orden religiosa, en 1218, que continuara esta labor cristiana cuando él faltara: La Orden de la Merced. Fue todo un acontecimiento social y religioso en su tiempo que mereció el apoyo explícito del rey Jaime I, el conquistador y del obispo de Barcelona Berenguer de Palou. El gobierno y la Iglesia reunidos en una obra social de enorme importancia entonces. Esta obra estaba encomendada a la Virgen de la Misericordia o de la Merced, en el lenguaje propio de la época. “La que nos hace la merced de liberar”. Con el tiempo, la Orden de la Merced, nacida en Barcelona, en la capilla de santa Eulalia de la la catedral y en la basílica que lleva su nombre y donde están enterrados los primeros maestros generales, hoy Capitanía General, se ha ido extendiendo por el mundo, en más de trece ramas masculinas y femeninas, activas, contemplativas y misioneras. Que fueron ya a América en el segundo viaje de Colón y, por eso, la riqueza patrimonial que La Merced tiene en toda la América hispana. La fiesta de la Merced está profundamente enraizada en la vida y en la historia de de Barcelona desde hace siglos. Cada 24 de septiembre la ciudad vibra de fiesta no por casualidad sino por esta larga y consolidad tradición mercedaria. Un orgullo, sin duda para una ciudad tolerante, cuya fiesta tiene sus orígenes en la lucha por la libertad. Una ciudad sin embargo que pretende ignorar sus raíces cuando ni siquiera en el Programa oficial de fiestas aparece la solemne celebración en honor a la virgen de la Merced en su Basílica, que fue el origen y sentido de su fiesta. Una cosa es que las fiestas sean laicas y otra que se pretenda podar sus raíces más genuinas en pro de una mal entendida laicidad, que es más bien intolerancia religiosa. El obispo de la ciudad ha pedido al Consistorio que incluya esta celebración en el Programa de las fiestas oficiales de Barcelona y, por el momento, solo habita el silencio. Anunciar la celebración que explica el origen de las fiestas de Barcelona no significa obligar a nadie a asistir sino solo destacar una celebración que da sentido y origen a estas fiestas en su historia. Por otra parte el cartel de presentación de las fiestas de este año es un vodevil ridículo donde todo parece un circo con absurdos personajes histriónicos y provocadores que como bien dice el arzobispado de Barcelona solo busca “ridiculizar a la virgen”. Una ciudad tolerante y abierta como pretende ser Barcelona tiene que respetar, si o sí, los sentimientos de las personas religiosas que en Barcelona son muchas. No sé por qué esta obsesión de confundir el arte con la provocación a los cristianos. Ustedes quieren que esta fiesta sea laica, pues lo vemos muy bien, pero entonces dejen en paz las imágenes religiosas a la hora de confeccionar un cartel de fiestas que solo busca la irreverencia y la provocación hiriendo los sentimientos religiosos. Tal vez no haya demasiada creatividad y siempre hay que recurrir a lo mismo para llamar la atención: La provocación religiosa. Es un signo de la falta de creatividad, cuando no de la mala intención. Háganselo ver. La misa pontifical no ha sido incluida en el Programa oficial de la fiesta mayor, pero la falta de respeto, sí. La basílica de la Merced de Barcelona dispone de una de las imágenes góticas más bellas del mundo, de Pere Moragués, si no la que más, y el cartel y video de promoción de la fiesta presenta a unos bufones en un carromato-escenario, sacando la lengua y haciendo payasadas. Los gozos tradicionales que siempre se han cantado y se cantan en la Basílica de la Merced de la Ciudad Condal dicen “Princesa de Barcelona proteged vuestra ciudad”. La Basílica de la Merced, adosada a Capitanía General, el primer convento de la Merced, se encuentra en pleno centro histórico, muy cerca de la catedral y a un paseo de santa María del Mar, espera este año la visita de muchos barceloneses y turistas que visitan la ciudad, así como de la familia mercedaria, extendida por el mundo para honrar su memoria, acentuar su devoción y renovar su compromiso redentor con la libertad de los hijos de Dios, en las cárceles como hacen, sobre todo los mercedarios de la Provincia de Aragón, en el compromiso con los inmigrantes y niños de la calle como hacen los mercedarios de la Provincia de Castilla, en el trabajo misionero que llevan a cabo casi todas las congregaciones mercedarias, en la cultura con los trabajos de colegios, en la oración incesante con las congregaciones mercedarias contemplativas y en el deseo compartido de promocionar la dignidad y la libertad de los seres humanos, carisma heredado de nuestro fundador, san Pedro Nolasco. Nos no gusta el cartel promocional de la Merced, no nos gusta. Una obra tan importante por la libertad de los hombres y los pueblos, nacida de la La Merced en Barcelona, hace más de ochocientos años, merece un cartel promocional más a la altura de su labor, más bello y creativo y no una bufonada sin gusto e irreverente para la mayoría. “Perdónalos, Princesa de Barcelona, no saben lo que hacen, no saben hacer nada más bello” Pero mi protesta que conste, no sea que piensen que me chupo el dedo” ¡Viva la Virgen de la Merced!
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