En el terreno hay muchas bombas sin explotar y es peligroso A pesar de la tregua entre Tailandia y Camboya, los civiles desplazados no pueden regresar a sus hogares

Prefectura apostólica de Battambang (Camboya)
Prefectura apostólica de Battambang (Camboya)

Aunque no hay enfrentamientos armados, la tensión sigue siendo alta. En algunas zonas, el ejército tailandés ha instalado nuevas vallas y empalizadas, ocupando terrenos y ampliando la frontera

El jesuita Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, provincia camboyana limítrofe con Tailandia, describe la situación: "El acuerdo de tregua sigue siendo muy frágil"

El prefecto acaba de pasar cuatro días en los campos de refugiados de la frontera: "en medio de la precariedad veo una gran solidaridad, gracias al apoyo del Gobierno, de las ONG y de Cáritas. Los desplazados son acogidos en recintos de monasterios budistas, en los jardines de los templos"

Entre los desplazados hay también católicos "a los que he animado a mantener una actitud interior de no violencia, a respetar el lugar en el que se encuentran y a ocuparse de la educación de los niños"

(Agencia Fides).- «Ahora hay una tregua entre Tailandia y Camboya, pero los civiles desplazados, alojados en campos de refugiados, no pueden regresar a sus hogares y aldeas porque hay muchas bombas sin explotar, bombas de racimo o dispersión, que hacen que el territorio sea peligroso. Es necesario limpiarlo, y para ello se necesitarán meses. En algunas zonas, el ejército tailandés ha instalado nuevas vallas y empalizadas, ocupando terrenos y ampliando la frontera. Aunque no hay enfrentamientos armados, la tensión sigue siendo alta».

Así describe la situación en las regiones fronterizas el jesuita Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, provincia camboyana limítrofe con Tailandia.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME


El acuerdo de tregua firmado entre los dos países el 7 de agosto sigue siendo muy frágil. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Camboya, la parte tailandesa ha violado el alto el fuego colocando alambradas que abarcan zonas residenciales y terrenos de ciudadanos en la provincia de Banteay Meanchey, extendiendo el conflicto a comunidades civiles.

Decenas de miles de desplazados por la escalada fronteriza entre Tailandia  y Camboya, mientras crece la esperanza de un alto el fuego | Euronews



«Según una visión impregnada de paz, las fronteras no deberían ser campos de batalla, sino espacios de amistad y cooperación», señalaFigaredo. «Para ello se necesita claridad jurídica, voluntad política constante, confianza mutua y un compromiso compartido por la paz y la estabilidad regional».

El prefecto acaba de pasar cuatro días en los campos de refugiados de la frontera, visitando las provincias de Banteay Meanchey, Oddar Mienchey, Preah Vihear y Siem Reap con una misión de Cáritas Camboya. «Los campos –cuenta- son muchos y muy diferentes; acogen a campesinos y agricultores pobres, arrastrados por un conflicto que no comprenden y sumidos en un sufrimiento innecesario. La gente carece de medios de subsistencia y depende de la ayuda humanitaria». Entre ellos hay numerosas familias y niños cuyas vidas han sido trastornadas.

"Los campos de refugiados acogen a campesinos y agricultores pobres, arrastrados por un conflicto que no comprenden y sumidos en un sufrimiento innecesario"

Sin embargo, añade, «en medio de la precariedad veo una gran solidaridad, gracias al apoyo del Gobierno, de las ONG y de Cáritas. Los desplazados son acogidos en recintos de monasterios budistas, en los jardines de los templos: es un hermoso testimonio de fraternidad de los monjes budistas. Sus jardines, habitualmente lugares de meditación, se han convertido en hogares para los refugiados. He visto una acogida cálida, una empatía profunda y compasión compartida».

Población de desplazados pide paz en el conflicto fronterizo entre Camboya  y Tailandia · Global Voices en Español



Entre los desplazados hay también católicos«a los que he animado a mantener una actitud interior de no violencia, a respetar el lugar en el que se encuentran y a ocuparse de la educación de los niños», explica. En este sentido, Cáritas Camboya ha puesto en marcha iniciativas: «Unicef ha proporcionado libros y cuadernos y, con la colaboración de profesores y voluntarios entre los propios desplazados, se han organizado clases para niños y jóvenes. La situación –señala- podría prolongarse al menos seis meses, por lo que necesitamos apoyo y solidaridad para acompañar a estas personas».

En este contexto, afirma Figaredo, resuena el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz: «Nos sentimos interpelados a construir una paz desarmada y desarmante». Y añade: «El mensaje del Papa León nos inspira a poner nuestro corazón en el de Cristo, un corazón desarmado. Si estamos en el corazón de Dios, no habrá odio: tendremos espacio para el otro, tendremos paz en Camboya y Tailandia».

«La paz en el mundo –continúa- se construye en la vida cotidiana, en nuestro estilo de vida, en la familia, en la comunidad, en el territorio. Nace de nuestras relaciones con el prójimo y nos llama a un cambio de corazón, para vivir en paz con el vecino y con quien está a nuestro lado».

Por último, subraya: «En el contexto de las relaciones entre Camboya y Tailandia, es necesario restaurar la paz también en el lenguaje: que sea un lenguaje no violento, lleno de compasión y reconciliación. Aquí los budistas hablan de “metta y karuna”. El lenguaje es un factor simbólico importante: inspira una visión y un comportamiento. Debemos abandonar los discursos de odio y elegir palabras de paz».

Tailandia advierte del riesgo de una guerra con Camboya, tras combates que  dejaron más de 138.000 desplazados - SWI swissinfo.ch

Volver arriba