La curación de un sacerdote salesiano en Italia, posible fin del proceso Un milagro para la canonización de madre Teresa
Debido a su entrega incansable hacia los más pobres, los enfermos y los moribundos de Calcuta, la Madre Teresa ya era venerada en vida como una santa por millones de personas.
Por eso se esperaba que el proceso de canonización de la monja albano-india fallecida en 1997 y conocida como el «ángel de los pobres», fuera apenas una formalidad.
Cuando el papa Juan Pablo II beatificó a la Madre Teresa en octubre del 2002 en un tiempo récord, todos auguraban también una pronta canonización. Sin embargo, la santificación se hace esperar.
En el caso de la Madre Teresa, el papa polaco - que admiraba profundamente a la monja fundadora de la orden de Misioneras de la Caridad - llevó a cabo el proceso de beatificación más corto de la historia moderna. Para ello tuvo que pasar por alto en 1999 la norma de la Iglesia que establecía que tal procedimiento solo puede iniciarse cinco años después de la muerte de la persona. El proceso no estuvo exento de críticas.
Juan Pablo II beatificó durante su pontificado a 1.340 personas y santificó a 482.
Pero su sucesor, Benedicto XVI, dejó claro que debe prestarse mayor atención a la exactitud y la objetividad en los procesos de canonización. En la instrucción «Sanctorum Mater» de febrero del 2008 no solo se determina que debe cumplirse el plazo de cinco años para el comienzo del proceso de santificación. Sobre todo se plantea que los obispos competentes deben tener mayor precaución al comprobar la veracidad de los posibles milagros.
Durante el proceso de beatificación de la Madre Teresa, la joven india Monica Besra explicó en 1998 que fue curada de un tumor de gran tamaño en el estómago mediante plegarias a la Madre.
A pesar de que algunos de los médicos que la trataron aseguraron que no sufría cáncer, sino un quiste, el Vaticano aceptó la curación como un milagro en el 2002.
En el 2007 unas cartas y apuntes en las que la Madre Teresa expresaba sus dudas sobre la existencia de Dios y Jesús generaron escándalo.
De acuerdo a la voluntad de la monja, los textos deberían haber sido eliminados, pero a pesar de todo, el padre Brian Kolodiejchuk, que trabajó como una especie de abogado en los procesos de beatificación y canonización, los publicó. Su argumento fue que, según la tradición católica, la historia de vida de los santos no les pertenece a ellos, sino a la Iglesia.
«El lugar de Dios en mi alma está vacío, en mí no hay ningún Dios», indica una carta suya de 1961 que fue hecha pública y generó conmoción en muchos católicos. Sin embargo, relevantes cardenales explicaron rápidamente que las dudas expresadas en los textos no son ningún impedimento para una canonización. También santos como Teresa de Lisieux tuvieron dudas sobre Dios.
Lo que en realidad falta a día de hoy es un nuevo milagro. Y es que para la santificación es necesario que ocurra un milagro tras la beatificación. En el décimo aniversario de su muerte, medios italianos informaron de que dicho milagro se había encontrado.
Se trataba de un sacerdote de 56 años, del noreste de Italia, que se habría curado tras realizar plegarias a la beata.
El salesiano había oficiado en el aniversario de la muerte de la Madre una misa en la que rezó pidiendo ayuda. Al día siguiente, un análisis en el hospital determinó que una piedra de 13 milímetros que se encontraba en su uretra desapareció de «forma médicamente inexplicable».
De acuerdo a los medios, lo único que faltaba en el procedimiento de canonización era el «sello» oficial del Vaticano sobre la curación milagrosa del sacerdote. Desde entonces han transcurrido tres años.
También Benedicto XVI siente un gran respeto hacia la Madre Teresa. En su primera encíclica publicada en el 2006, «Deus Caritas est» (Dios es amor), la cita hasta tres veces.
Allí hace referencia al ejemplo luminoso de fe y amor de una santa, a pesar de que entonces - al igual que hoy- estaba a un milagro de distancia de la santificación.
Nacida en Skopje en 1910, hija de padres albaneses, la Madre Teresa fue bautizada con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu. Con 18 años ingresó en la orden irlandesa de Loreto y viajó como novicia a India, donde primero dio clases en una escuela católica.
En 1952 fundó la primera «Casa de los moribundos» en Calcuta. Desde entonces, las Misioneras de la caridad se encuentran en 137 países.
No trabajan solo para moribundos, sino también para enfermos, minusválidos y huérfanos.