Carta de un agnóstico a su hijo sobre la clase de Religión

En 1919 el diario socialista de Paris "L´Humanité" publicó una carta de un padre a su hijo animándole a cursar la asignatura de Religión, y negándose a facilitarle un justificante de exención que éste le demandaba. Ha llegado a mi ordenador hace unos días, via email, un Power Point muy sugerente que incluye el texto completo de esta epístola. Habría que hacer una traducción cultural a nuestra tradición hispana. Impresiona la honestidad del intelectual francés que, con energía, cariño y claridad, transmite su pensamiento y su voluntad al dubitativo vástago.

Pero, antes que nada, conozcamos el PPS titulado "Carta de un agnóstico a su hijo" (1,5 Mb), pinchando aquí.

Hablaba de traducir a nuestro medio las referencias contextuales de esta hermosa carta. Y me he permitido referenciar algunos párrafos de dos inteligentes artículos en ABC de Juan Manuel de Prada, quijote de la fe que, lanza en ristre, arremete contra todo malandrín que se atraviese en el camino de la cultura cristiana.

Reflexiona sobre la Religión como asignatura opcional con calificación. Y propone una alternativa igualmente digna y evaluable:

A la postre, la reforma gubernativa no se extiende más allá de la consideración de la Religión como disciplina evaluable; y en la creación de una asignatura alternativa seria, que acabe con el cachondeíto en que se habían convertido la asignatura de Religión y los sucedáneos lúdicos inventados para mantener entretenidos a los alumnos que no la cursaban.

Quienes se oponen a esta reforma sostienen que no es justo evaluar una materia de índole confesional; pero se olvida que la Religión, además de una elección trascendente, es una rama esencial del conocimiento, puesto que sobre ella se fundamenta nuestra genealogía cultural. Para entender cabalmente los tercetos encadenados de Dante hace falta tener una cultura religiosa; para hacer inteligible la exposición de Tiziano que estos días asoma al Museo del Prado hace falta una cultura religiosa; para disfrutar de la música de Bach hace falta una cultura religiosa. Y, puesto que no estamos hablando de nimiedades, se impone que esa transmisión cultural sea evaluable; no creo que haya asuntos mucho más importantes que hacer partícipes a nuestros hijos de este riquísimo legado.


Como padre, postula esta asignatura para evitar que sus hijos sean condenados a una existencia invertebrada:

Los hombres de mañana no pueden crecer desgajados de su genealogía espiritual y cultural, como si esa herencia incalculable fuese algo inerte; si desterrásemos de las escuelas el esqueleto de nuestra cultura, estaríamos condenando a las generaciones futuras a una existencia invertebrada.

Y, como católico, deseo que mis hijos reciban una educación acorde con los principios en los que creo. Puesto que la religión católica es mucho más que un mero repertorio de dogmas y liturgias, puesto que constituye el sustrato fecundo sobre el que se edifica nuestra civilización, nuestra cultura y nuestra moral, quiero que mis hijos sean instruidos en sus misterios.


Hace años describió con mayor precisión el valor para la vida de unas vivencias en horizonte de evangelio:

La religión cristiana es el barro que nos construye por dentro, la sustancia de nuestros sueños, la argamasa sobre la que han crecido el pensamiento y el arte occidentales, también el fabuloso legado moral sin el cual serían incomprensibles conquistas como la abolición de la esclavitud o la condena de la pena de muerte.

Privar interesadamente a un chaval de este continente de revelaciones es como privarlo de su filiación genética. La moral cristiana instituyó la piedad como regla de conducta, el respeto y el amor al prójimo como pilares indubitables de nuestra convivencia. Sustituyó una órbita de valores que gravitaba en tomo al concepto de castigo por otra que gravitaba en tomo al concepto de perdón. ¿Es legítimo ocultar este milagroso acontecimiento histórico que nos cambió para siempre?


Destaca Juan Manuel de Prada la fe en Jesús de Nazaret como experiencia central de la vivencia cristiana:

Quiero que sepan que hubo un hombre entreverado de Dios que se subió a una montaña para proclamar el más bello poema de bienaventuranza, que se negó a lapidar a una mujer adúltera, que no dudó en aceptar el agua que le ofreció una samaritana, que dignificó el sufrimiento inmolándose en una cruz. Quiero que ese hombre entreverado de Dios sea la piedra angular de su formación; a nadie perjudico con esta elección y a nadie se la impongo.


Termino el blog de hoy refiriendo una experiencia personal: mi itinerario docente de 35 años como profe de Religión. Que se resume en la letra y la música del poema "Os sorprende mi risa de payaso" (pulsar). Se trata de una pequeña broma, de un aviso para navegantes: que la cultura religiosa, como cualquier asignatura, no se siembre sólo arriba, por la masa gris, sino que también aterrice al corazón, a la persona en su totalidad. Y esto no es catequesis, sino Pedagogía (educación en valores). Así, al menos, me parece a mí, jubilado jubiloso.
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