Hablando en África de Miguel Hernández

Ya estamos de nuevo en Dakar... en casa de la familia de Calixta... presentando al niño en sociedad "africana"... tan necesario para Nicolasín como para su madre, que en su entorno natal muestra a todo el vecindario y a su inmensa familia su creación más preciosa... este mulato tan lleno de vida... tan rodeado de afecto....
Me encuentro en el patio de la casa familiar, saludando a muchas personas que vienen a "adorar al niño", traen presentes, sólo faltan los Reyes Magos....je je
Un abrazo fuerte desde la madre Africa,
Y aprovecho este espacio para contaros una apasionante experiencia poética que viví hace tiempo en la senegalesa isla de Fadiouth recitando versos de Miguel Hernández a un interesado grupo de africanos. Mi sobrino Nico, el padre del angelito de la foto, que organiza viajes de aventura por aquel país, me puso en contacto con un nutrido grupo de nativos enamorados de la lengua de Cervantes. (Uno se pregunta si su amor al castellano nació de su fervor por los ritmos del Caribe y sus calientes textos, o, probablemente, por la perseverante siembra cultural de misioneros españoles: al fin y al cabo tienen raíces comunes el idioma español y la lengua francesa, oficial en Senegal.)
Aquel domingo de julio, atravesando a pie su largo puente de madera, de casi un quilómetro, me interné en la isla de las conchas, cimentada toda ella con restos de ostras, mejillones, berberechos acumulados a lo largo de siglos. Pocos espacios fascinan tanto al viajero por Senegal como esta isla de 6.000 habitantes, con sus hórreos de mijo, palafitos sobre el mar, sus viviendas de ladrillo y mortero de arena y conchas, sus inmensos baobas, sus lonjas de reunión para ancianos (Casas de la Palabra)...
Precisamente en una de ellas tuvo lugar mi presentación de Miguel Hernández como hombre y como poeta, previa obtención de permiso que, excepción poco frecuente, se extendía también a la asistencia de mujeres.
El segundo Alcalde de Joal-Fadiouth presidió la conferencia, que se iba traduciendo al francés. Intenté dramatizar la exposición con la presentación de objetos como un par de sandalias (para simbolizar el poema Las abarcas desiertas), o ropita de niño (recitando los versos de Miguel a la muerte de su primer hijo: Ropas con su olor... No quiso ser..., y al nacimiento de Manuel Miguel:
Las sombras y las ropas sin población, desiertas,
se han poblado de un niño sonoro, un movimiento,
que en nuestra casa pone de par en par las puertas
y ocupa en ella a gritos el luminoso asiento.
Al recorrer sintéticamente su biografía, destaqué en la vida y circuntancias de Miguel cierto paralelismo con la cultura senegalesa: su Orihuela natal, de palmeras y cactus, el color oscuro de su piel (–¿Era negro? –No, no: era moreno...), su oficio de pastor, pastor de cabras en plena naturaleza, que se subía a los árboles e imitaba a los pájaros, que calzaba sandalias cuando no caminaba descalzo..., que perdió su primer hijo a causa de su pobreza... Me preguntaron por qué le metieron en la cárcel. En la guerra entre hermanos del 36, el poeta de Orihuela cavaba trincheras, escribía en revistas..., sólo disparaba con verso..., pero le sentenciaron a muerte...
Y termino para no prolongar excesivamente este blog. Un abrazo y hasta el miercoles.