En el último post presentamos, muy sucintamente, a Nicanor Parra(pulsar).Treinta y cuatro años después de la edición de su primer poemario, "Cancionero sin nombre",recogerá el poeta chileno en 1969 lo más valioso de su anterior poesía("Obra gruesa"), de la que excluye sus primeros versos, pero a la que añade alguna sección nueva como "La camisa de fuerza" (sugiere el título que poetiza en ella sobre gente de atar). Encontramos poemas muy hirientes para ciudadanos con fe religiosa, como "Padre nuestro" (pulsar), "La cruz", "Discurso del buen ladrón"... Leamos los primeros versos de "Advertencias":"Se prohibe rezar, estornudar / Escupir, elogiar, arrodillarse / Venerar, aullar, expectorar...".
ALMA INMORTAL, ESPÍRITU DE TIERRA
Hemos presentado en el pasado post el poema "La cruz". Pero omitimos entonces los dos últimos versos que dicen: "Por ahora la cruz es un avión / una mujer con las piernas abiertas." Alguien interpretará este final como trance místico. Otros lo llamarán provocación y ofensa. Conozcamos finalmente, completo, un significativo título "Agnus Dei"(Cordero de Dios):
AGNUS DEI
Horizonte de tierra
astros de tierra
lágrimas y sollozos reprimidos
boca que escupe tierra
dientes blandos
cuerpo que no es más que un saco de tierra
tierra con tierra — tierra con lombrices.
Alma inmortal — espíritu de tierra.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
dime cuántas manzanas hay en el paraíso terrenal.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
hazme el favor de decirme la hora.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
dame tu lana para hacerme un sweater.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
déjanos fornicar tranquilamente:
no te inmiscuyas en ese momento sagrado.
En la liturgia católica suplican por tres veces los fieles al Cordero de Dios que se apiade de ellos, que les alcance la paz. Se enreda Parra en este rito devocional y, a modo de letanía, ridiculiza las oraciones del creyente. No podía faltar la típica denuncia de represión sexual en la iglesia romana. Como si no fuera el sexo obra de Dios que amorosamente bendice a la pareja en el Paraíso inaugural.
¿Por qué tanta pasión en perseguir al creyente? Sugiere Mircea Eliade que no es tan fácil ser ateo:"El hombre arreligioso en estado puro es un fenómeno más bien raro, incluso en las más desacralizadas sociedades modernas. La mayoría de los hombres "sin religión" se siguen comportando religiosamente sin saberlo".
La tentativa de desacralización arroja al hombre a una existencia trágica. Abandonado a su propia condición, no admite el ateo una realidad superior, sagrada, a quien acudir en sus inseguridades... (Sobre este tema pulsa aquí, para leer el interesante trabajo "Desacralización del yo poético").
UNA MEZCLA DE VINAGRE Y DE ACEITE DE COMER...
Sería interesante, para conocer mejor al autor de "Obra gruesa", escuchar a Artur Lundkvist cuando describe el antipoema como "una poesía de dinamitero, desesperadamente anárquica, que irrumpe a través de todo lo que es rutinario, reduciendo a polvo la mentira piadosa y las fórmulas de consuelo desprovistas de siginificado, para desembocar en la nada o en el meollo de una sólida realidad."
En el poema "Epitafio" no se presenta Nicanor Parra con la grandilocuencia de sus mayores, revestidos de solemnidad y prestigio (aunque, con Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro, es uno de los cuatro Ases de la baraja lírica de Chile). Su autorretrato literario es muy modesto, casi vulgar, mezcla de vinagre y refinado aceite de mesa:
EPITAFIO
De estatura mediana,
Con voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca
-Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y de aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!
EL CRISTO DE ELQUI
Hacia la década de los 30 vagabundeaba por Chile un predicador espectáculo a quien la gente llamaba, por su lugar de origen, "El Cristo de Elqui".También editaba modestamente unos folletos populares con sus prédicas. En travesura de máscaras y jugando a ventrílocuo, Nicanor Parra escribe 63 poemitas que pone en los labios y en la pluma de Domingo Zárate Vega,"El Cristo de Elqui".Explica Parra cómo escribió el poemario:
”Yo cuando me puse a escribir los Sermones, la idea que tenía era que el sermón y la prédica están de más y que es una locura sermonear. Que no se debe hacer, y que en último término es ridículo. Sin embargo, después de que se hicieron los Sermones y prédicas, me considero en este momento un predicador. Un predicador de la buena nueva que sería la supervivencia”.
EL "PADRE NUESTRO" DE LA COCA COLA
"MADRE NUESTRA QUE ESTÁS EN EL CIELO..."
"ME PREGUNTAN QUE SI, DE VOLVER A NACER..."
"QUE DIJERA ALGO SOBRE LA VEJEZ..."