Sandra se reconcilia con su hijo abortado

Pocos años después, matrimonió con Luis y nació Roberto, que ahora tiene 15 años. Se vino a pique la pareja, pero ha recuperado Sandra el primer amor y está viviendo comprometidamente con Ángel. Pero un fantasma se interpone entre ambos: aquel aborto de hace 20 años. Ha padecido Sandra un cáncer de útero y lo interpreta como castigo, como expiación. Sus relaciones íntimas actuales son problemáticas. Se quieren mucho pero algo/alguien se interpone dramáticamente en su felicidad.
En diálogo de silla caliente, se metió en la carne de aquel proyecto de ser humano que había latido en su entraña. Le pidió perdón con lágrimas... Le agradeció la aceptación de su destino en beneficio de los padres... Le abrazó (cojín entre los brazos)... "Siempre estarás cerca de mi corazón…” “Nunca te olvidaré…”
El ejercicio terminaría ordenando espacialmente la familia, representada con almohadones de color. A la izquierda de Sandra, Luis, su exmarido. Entre Sandra y Luis, Roberto, el adolescente hijo de ambos. A la derecha de Sandra, Ángel, su primer pareja y actual compañero. Frente a ella, sentado en el suelo y apoyado en sus rodillas, aquel hijo no nacido que ahora tiene un nombre recién estrenado.
Se va cerrando la fila en círculo de amor. Abraza Sandra a toda su familia: no hay excluidos, todos son amados, todos valorados. Me refiere que ya no siente en el bajo vientre las molestias de antes, que la sexualidad marcha mejor en la pareja, que ha escrito una carta a su primer hijo. Y que, en diálogo de fantaseada presencia, intercambia ternura con él a lo largo del día, y se ha perdonado definitivamente aquel error...
Hellinger, en su reciente imprescindible publicación Órdenes del amor (Herder 2005), establece dinámicos vínculos entre el hijo fallecido y su progenitora:
La madre debe mirar al hijo abortado, o no reconocido, o abandonado, hasta que aparezca ante ella como una persona real, y decirle: "Lo siento". O: "Ahora te doy un lugar en mi corazón", "Lo repararé hasta dónde aún pueda hacerlo", "Quiero que participes en lo bueno que hago en tu memoria, pensando en ti..."
Hoy sugiero los versos de El amor, de María Victoria Atencia. Una madre contempla en la cuna al hijo de sus entrañas y medita su papel sustituíble.