El amor es un templo

Me trae Valencia recuerdos agridulces de mi primerísima infancia. Mi padre en la Modelo y mi madre por los campos levantinos acarreando sacos de naranjas para alimentar a sus dos hijos y medio (el medio era mi hermana Casilda que tuvo que asomarse prematuramente al espanto de aquella guerra a causa del esfuerzo que tuvo que realizar mi madre que cargaba en aquellos momentos con 20 quilos de luminosa fruta para sus hijos)…

El encuentro de estos días con Benedicto XVI es para hablar de la familia. La pareja en el origen de todo: Adán y Eva…, nuestros padres…, la familia que creamos nosotros…

La pareja: hombre y mujer, eternamente seducidos en complementariedad, imagen cercana de Dios Amor. Al diseñar la primera pareja, inventó el Señor el erotismo, de modo que “la bipolaridad hombre/mujer es un símbolo luminoso y transparente de Dios creador” (Ravasi). Desde aquel momento, cuando se encuentran en el amor un hombre y una mujer, Dios se pasea con ellos a la brisa de su ternura (Gen 3,8). Todas las navidades me envía puntualmente Cosme Puerto una felicitación navideña. Como aquella que decía: “¡Alabado seas, Niño de Belén, por nuestra hermana la sexualidad, que nos proporciona ratos de tanto placer y nos hace creadores como Tú! ¡Ay de aquellos por quienes la sexualidad ha perdido su carácter de alegría original!”

Me permito sugeriros para hoy la lectura y audición de un impresionante poema de Gonzalo Rojas: Cítara mía”. Bendice Dios el amor de la pareja y lo fecunda.

Reivindica también Victoriano Crémer el amor y erotismo como ámbitos de gracia y religiosidad:

El amor es un templo
hecho a la medida del corazón.
Aquí, a tu lado, siento
el fervor de las cúpulas, el aire
blasonado, el pálpito tranquilo
de la piedra.
Catedral florecida de mis sueños
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