A una estudiante embarazada

Escuchemos atentamente su pequeña nota:
“Dos veces me he encontrado en la misma situación. La primera fue menos trágica que la segunda. Sólo me pasó por el pensamiento. Pero después me enamoré de un casado, y se le vino el mundo abajo. Quería que yo abortara. Incluso todo el amor que me tenía desapareció. Visité varios ginecólogos buscando seguridad. Y lo peor fue que todos, excepto uno, aceptaron.
Le doy las gracias infinitamente, porque me ayudó a salir de la confusión. Necesitamos ayuda y apoyo. Hay que aceptar nuestros errores que a la larga no son tan malos. Traer un hijo al mundo es hermoso. La vida hay que respetarla. Esto va para todas las mujeres que están en alguna situación parecida. Gracias por todo.”
Hace tiempo, quedó embarazada una alumna de Secundaria de mi clase. Profesores y compañeros fuimos galantes, obsequiosos, con ella. Y terminó el curso aprobando todas las asignaturas, con un pequeño entre los brazos y una gran fiesta en el aula de clase. Me emocionó la situación y escribí el poema “A una estudiante embarazada” (hay música).
Se habla en nuestros días de lo beneficioso que sería para la muchacha gestante, la sociedad y tantas parejas sin hijos, sustituir en la práctica el aborto por la adopción. Al dolor de entregar el recién nacido le sucedería la satisfacción de saber que la criatura va a ser cuidada por unos padres amorosos, por una familia volcada en su felicidad.