El "pequeño profesor" del NIÑO y otras enseñanzas



Hablábamos, en el pasado post, del NIÑO que todos hemos sido y que llevamos dentro más o menos enterrado (pulsar aquí). Describíamos al Niño Natural o Niño Libre que, en su vertiente positiva, es afectuoso, sensual, impulsivo, imaginativo, curioso... Y en su vertiente negativa, irresponsable, egocéntrico, agresivo, rebelde... Es importante para los Adultos recuperar el Niño Natural que un día fuimos. Añade encanto y cordialidad a la personalidad del individuo.

Nos apoyábamos, y nos apoyamos hoy, casi al pie de la letra, en el best seller "Nacidos para triunfar" (el ejemplar de mi biblioteca corresponde a la 38 reimpresión).



EL PEQUEÑO PROFESOR




El Pequeño Profesor es esa parte del estado Niño que se muestra intuitiva, creadora, manipuladora...

Intuición

Sin haber estudiado psicología, es asombrosa la perspicacia natural del niño que detecta con precisión los estados anímicos de los seres más próximos a él. Una mirada de desaprobacion por alguna conducta suya inapropiada, le obliga a dar una respuesta inteligente. Intuye lúcidamente lo que se le pide que haga en una situación determinada.

Su principal problema es que no está siempre bien informado. A menudo toma decisiones equivocadas. Y, desgraciadamente, las mantiene, a veces, toda la vida. Lo que en un momento dado parecía razonable, ya no lo es tanto en otras circunstancias distintas. Por ejemplo: si cuando su papá y su mamá discutían y llegaban a las manos, su comportamiento era de huída, de pérdida de conciencia o ensoñación, porque no podía hacer nada desde la insignificancia de sus seis años, de adulto puede revisar su conducta frente a la violencia. Y decidir intervenir, hablar con los interesados, denunciar...


El padre poeta y caudillo de un pueblo quedó prendado del niño y quiere jugar con él. (Pulsar aquí).

Creatividad

Otra respuesta del Pequeño Profesor es la creatividad. Puede realizar algo original sin culpa ni miedo. Es impresionante la fidelidad con que reproduce Yanina, de cuatro años, el cuidado que ella ha recibido del pediatra familiar o la enfermera. Se ha dado cuenta con mucha exactitud del ritual de sanación del profesional, y lo reproduce creativamente en el trato con sus muñecas. Se prepara, en tan temprana edad para asumir un día la responsabilidad del cuidado de personas con problemas de salud.


Sugiero asomarse al poema "LIMOSNA", de Ramón de Garciasol. Es aquí el adulto quien pide un aguinaldo al niño (pulsar aquí). Tan exquisito he querido hacerlo que igual ni se lee bien.


Manipulación

Todo niño, aunque no haya recibido clases como actor, descubre, a temprana edad, cómo manipular personas y cosas. Si lloriquea desconsoladamente o finge tener miedo, quizá su madre le atienda y cuide más amorosamente. Son edades de ensayo y error. Para satisfacer deseos y necesidades internas, experimenta comportamientos que movilizan a los adultos en su beneficio. Son vivenciados los padres como todopoderosos; si un niño los maneja con habilidad, podría creerse ominipotente como ellos.

Las aptitudes manipuladoras de los niños parecen tener poderes mágicos sobre los otros. Con un Pequeño Profesor activo, una persona puede manipular a su pareja, a su padre, maestro, jefe o amigo... James y Jongeward señalan alguna situaciones de manipulación por parte de personas adultas:

"¿Ha visto alguna vez a una secretaria que consigue lo que deseaba de su jefe recurriendo a una temblorosa barbilla y a unos ojos llorosos mientras le dice con cuánto interés trata ella de mantenerse al día con su trabajo?

¿Ha visto a un jefe conseguir lo que desea de su secretaria al suspirar: "Mi esposa no me comprende, eso es todo"?

¿A un vendedor afianzar una venta al decir. "Este coche parece haber sido hecho para usted"?

Si es así, el lector ha visto en acción al manipulador Pequeño Profesor."




EL NIÑO ADAPTADO




No me queda mucho espacio del post y voy a simplificar. Mediante elogios o castigos los niños suelen ir aprendiendo lo que deben hacer y lo que no deben hacer. Con la ayuda de su Pequeño Profesor resuelven cómo evitar el dolor y lograr aprobación.

Niño Adaptado Sumiso (NAS)

Aunque es esencial alguna adaptación de los impulsos naturales, muchos niños experimentan una educación innecesariamente represiva. Su expresividad natural se inhibe excesivamente por el temor al castigo o a no ser queridos... Algunas frases que escucha el NAS (de "Nacidos para triunfar"):

"Voy a darte algo para que tengas por qué llorar..."
"¡Espero que hagas lo que te digo y que te guste!"
"¡No lo aguanto más! ¡No me hagas otra pregunta estúpida!"
"¡Como vuelvas a repetir esa palabra te voy a dar una soberana paliza!"


Una niña adaptada sumisa se rebela contra su madre maltratadora. Hubiera preferido golpes físicos que desprecio psicológico. Impresionante. (Pulsar aquí).

Niño Adaptado Rebelde (NAR)

En otro tipo de familias (o en el mismo), el niño no se somete, y rechaza por sistema todo lo que le piden sus padres. También es un Niño Adaptado (espera que le pidan algo para siempre negarse).


Carlos Drummond, en "ENEMIGO", estalla furiosamente contra la persona que le está haciendo tanto daño. Aquí está gritando el Niño rabioso, pero ¿dónde está el Adulto que mide las consecuencias? (Pulsar aquí).

Es posible una adaptación positiva


En muchos pequeños que se niegan a aceptar lo injusto, pero tampoco quieren perder el amor de sus padres, existe una implacable lucha interna que fluctúa entre la sumisión y la rebeldía (entre el "perro de arriba" y el "perro de abajo" que diría un gestaltista).


Os invito a contemplar el poema "SE REVIENTA" de Osvaldo Ulloa. Dentro de un ser humano luchan dos fuerzas contrarias. Impresionante (con música). Pulsar aquí.

Hasta alcanzar la paz por una beneficiosa integración de las dos polaridades. Es posible una adaptación positiva si el Niño del Niño y el Pequeño Profesor del Niño se ponen de acuerdo.

Despedida

Esta noche es la última del año, amigos, la Nochevieja. Hay que divertirse. Me viene al oído una musiquilla antigua y un nuevo texto: "Esta noche es Nochevieja / y se cierra un año más. / Dame la bota, María, / que me voy a emborrachar..." Y oigo una voz interior que me prohibe emborracharme. ¿De quién es la voz? De papá y mamá, naturalmente. ¿Y qué voy a hacer esta mágica noche? Pues... ¡no emborracharme! Y no me colguéis el sabio cartel de Niño Adaptado Sumiso... No me voy a emborrachar, sencillamente, por razones de salud, y porque no me apetece, ¿queda claro?

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