(Faustino Vilabrille).- Todos los seres vivos deseamos profundamente ser felices. La alegría, las fiestas, las celebraciones felicitantes, los encuentros con quien amamos y con quienes nos aman nos hacen sentirnos bien y a gusto. Así estaban los discípulos de Jesús después de su resurrección. Pero El con su resurrección y ascensión, que no son otra cosa que su triunfo, se va y los deja en tierra. ¿Por qué?
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