"La voz elegida por los cardenales es también fruto de lo que Francisco ha sembrado en esta vida como Papa" ¿Qué pensaría un sacerdote del Concilio Vaticano II sobre la elección del Papa León XIV?

León XIV
León XIV

"El compromiso de Juan con la justicia social se hizo tangible en el proyecto de la tienda del Comercio Justo"

"Juan estaría expectante a esta nueva etapa que comienza en la iglesia, prudente en sus declaraciones, y también ilusionado"

"Calma las olas de las injusticias sociales y culturales, aquieta las ansias desordenadas de poder de algunos gobernantes y llena este planeta tierra con tu serenidad"

Mi hermano Juan, sacerdote de la diócesis de Cádiz y Ceuta, fue un hombre profundamente arraigado al espíritu del Concilio Vaticano II. Su visión de la Iglesia era la de una comunidad viva, participativa y comprometida con el papel del laicado. Para él, la corresponsabilidad y la escucha eran pilares esenciales, manifestados en su firme apuesta, en todas sus parroquias, por el consejo parroquial, donde la voz de cada miembro guiaba el camino de la comunidad.

El lugar que ocupaba este consejo, con la seriedad, el rigor, el espacio que le daba en todos sus destinos, eran una expresión clara del estilo conciliar de Juan como sacerdote. Siempre nos contaba a nosotros, sus hermanos y mi madre, con gran entusiasmo, todo lo que hacía en sus parroquias en este sentido (algo que le acompañó hasta el final), y yo le decía: “Juan, eres un sacerdote cortado por el Concilio Vaticano II”, y esa impronta marcó profundamente su ministerio toda su vida. Es por eso que me estoy acordeando tanto de él: por este momento de la historia de la Iglesia.

Especial Papa León XIV

Concilio Vaticano II
Concilio Vaticano II

El compromiso de Juan con la justicia social se hizo tangible en el proyecto de la tienda del Comercio Justo: un proyecto impulsado por voluntarios de sus parroquias, financiando proyectos de ayuda en Kenia y Perú, entre otros países. Su implicación tanto de él como de las parroquias donde estuvo, era profunda, visitando tanto Kenia, donde impulsó proyectos de construcción de pozos de agua, como Perú, en dos ocasiones.

Mi hermano quería que fuese con él en algún viaje a Perú, dada mi unión profunda hasta el día de hoy con San Miguel de Tucumán, donde viví ocho meses y donde sigo teniendo mis afectos tucumanos, así como una experiencia profunda de conocer la realidad del noroeste argentino, tanto social y cultural como de iglesia. Ese viaje no lo pudimos hacer juntos, aunque espero algún día poder conocer esos proyectos de Juan allí. Su unión con las religiosas de Lima que trabajaron en estos proyectos era fuerte y hasta el final, basada en una fe compartida y afecto mutuo.

Mientras escribía estas líneas, mi corazón ardía como el de los discípulos de Emaús, preguntándome qué pensaría Juan sobre la elección del Papa León XIV.

Por momentos, parecía escucharlo contar anécdotas de Perú, quizás cercanos a la diócesis donde el papa Prevost fue obispo. Ambos han compartido también una conexión con la ciudad de Roma: Juan estudió Catequesis allí, y a ambos los consideran dos intelectuales al servicio de la iglesia. Juan vivió en el Colegio Español todos sus años de especialización teológica, donde nacieron grandes amigos de muchos lugares del mundo.

En su primera parroquia en Ceuta, Juan forjó una profunda hermandad con la comunidad de los agustinos de la ciudad, enviándome a estudiar a Dublín con ellos a los 14 años, un ejemplo de su comunión eclesial y la confianza que tenía en ellos. Imagino a mi hermano en estos días hablando con compañeros agustinos de tantos lugares en los que ha estado, comentando esta nueva etapa de la iglesia.

Juan Piña

Curiosamente, aunque Juan no estudió matemáticas como el Papa León XIV, Juan era un excelente economista práctico, y antes de su vocación, estudió primero de química, demostrando una mente analítica, que luego desarrollaría en su ministerio sacerdotal.
Tanto mi hermano como yo hemos estudiado en teología la encíclica Rerum Novarum, de 1891, de León XIII, que para Juan fue fuente de inspiración de todo su sacerdocio, al haberla llevado a la práctica como sacerdote del Concilio Vaticano II en el concepto que el papa desarrolló de justicia social y la mirada y compromiso con el mundo obrero. Esto también me ha hecho ver la conexión entre Juan y el actual Papa que ha elegido justamente el nombre de León.

Por eso en estas semanas, desde la elección papal, he pensado mucho en Juan: la experiencia en América Latina de ambos, el espíritu de colaboración, el enfoque pastoral alineado con el Concilio Vaticano II, y la conexión con Roma, además del amor por la participación de los laicos en las parroquias, en todos sus ámbitos, me hace pensar que Juan estaría expectante a esta nueva etapa que comienza en la iglesia, prudente en sus declaraciones, y también ilusionado. La vida pastoral de Juan nos da una perspectiva clara de lo que su corazón anhelaría para la Iglesia de hoy.

Como teólogo que soy, no solo veo a Juan como hermano. Mi mirada desde la teología me lleva a afirmar que Juan estaría entusiasmado con esta nueva etapa de la Iglesia universal. Juan, desde el país de la vida (Salmo 26), y yo, desde Estepona, estaremos atentos a los pasos que este Papa vaya dando, como pastor y como referente de una iglesia universal que se encuentra con grandes retos y desafíos.

Yo también he seguido con ilusión todo lo que está viviendo la iglesia, tanto la despedida de Francisco, donde todo un mundo ha expresado la tristeza y la grandeza de su pontificado, con gestos entrañables de amor y de cariño, como la llegada del nuevo Papa. Podría incluso decir que la última palabra de Francisco la ha dicho con el cónclave, prácticamente renovada por él. La voz elegida por los cardenales es también fruto de lo que Francisco ha sembrado en esta vida como Papa.

Concluyendo este compartir y siguiendo la profunda sabiduría de San Agustín, por ser el nuevo papa agustino, me ha venido esta frase que a Agustín se le asigna: "Quien canta, reza dos veces”: recordando el lugar que utilizó el coro en todos sus destinos: San Juan de Dios de Ceuta, El Santo Cristo de San Fernando, Santo Tomás y la última parroquia, Nuestra Señora del Rosario de Cádiz capital.

Papa León
Papa León

El coro fue una expresión de la participación activa de los laicos en la liturgia, enriqueciendo la oración comunitaria en todos los tiempos litúrgicos. A día de hoy sigo unido con algunos de los miembros activos de estos coros: Sonia, Paco y Lourdes de Ceuta, Vero, Vane, Jose y Lourdes de San Fernando y Cristina de Cádiz. El cuidar los detalles era también un rasgo de su quehacer pastoral y jamás se le olvidaba decir en la eucaristía: “gracias al coro por el servicio generoso que realiza”

Doy las gracias a Religión digital por darme la oportunidad de poder expresar lo que hoy siento.

Quiero terminar con una oración:

Oh, Padre amoroso, fuente de toda paz y consuelo.

En este momento de la historia de la Iglesia, cuando vivimos en el mundo tantas guerras crueles, elevo a Ti mi corazón: que en esta inquietud que toda guerra genera, pongas tu paz, como así pidió León XIV nada más empezar su pontificado. Concédenos un descanso de tanto dolor humano y una paz reparadora.

Calma las olas de las injusticias sociales y culturales, aquieta las ansias desordenadas de poder de algunos gobernantes y llena este planeta tierra con tu serenidad.

Que la iglesia anuncie el sueño del evangelio: de un reino de paz y un mundo que está deseoso de tu abrazo amoroso.

Que cada mañana despertamos, como iglesia, con el corazón renovado por el evangelio, fortalecidos con tu espíritu y confiando en tu providencia.

Todo esto te lo pido en el nombre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor y Redentor. Amén

Juan Piña

Etiquetas

Volver arriba