Una persona fundamentalmente buena y muy equilibrada cuyo lema era: Donde reina el Espíritu hay libertad Dieciséis años sin Antonio Palenzuela, un extraordinario obispo y apóstol

(Juan Antonio Delgado).- Antonio Palenzuela nació en Valladolid en 1919, el mismo año que Mauro Rubio, e ingresó en el seminario de Madrid nada más acabar la guerra civil. Fue ordenado sacerdote en 1945 y dedicó muchos años al estudio y a la enseñanza en Madrid, en Bilbao y en Roma, de cuya Iglesia de Montserrat fue vicerrector varios años.

En 1970 fue nombrado obispo de Segovia, también por el procedimiento concordatario y su episcopado estuvo sometido desde el principio a conflictos por interpretaciones políticas dadas a algunos gestos suyos que molestaron mucho al régimen.

Tal vez la clave para interpretar todos estos conflictos, en una persona fundamentalmente buena y muy equilibrada, esté en la libertad evangélica que eligió como lema para su escudo episcopal: Ubi spiritus, ibi libertas. Donde reina el Espíritu hay libertad.

Ya antes de ser obispo, Antonio Palenzuela había intervenido en el nacimiento de las comunidades de "Iglesia Popular", que posteriormente se llamaría "Comunidades Cristianas Populares". Una Iglesia comprometida con la liberación de los más pobres.

Este hecho se produjo en dos encuentros celebrados en Segovia, en un breve periodo de tiempo. El primero, en 1968, en torno al tema "Evangelio y realidad", buscando una evangelización liberadora más allá de la pastoral sacramentalista de cristiandad, en la que se localizase a Dios entre los más pobres, oprimidos y marginados.

En el segundo encuentro, en 1970, se marcaron las bases teológicas del movimiento, actuando como ponente el recién nombrado obispo Antonio Palenzuela.

En definitiva, toda esta nueva proyección, impulsada por el espíritu conciliar, trataba de "producir" un nuevo tipo de laico en la Iglesia, capaz de ser "fermento en la masa", forzando un nuevo territorio en el pensamiento socio-político, que quedaría explicado según el obispo Palenzuela en que uno de los indicios más claros de la desmoralización del pueblo estaba en su falta de voluntad de participación directa en la vida política.

Antonio Palenzuela citaba al profesor Aranguren para señalar que la democracia era ante todo una moral y que el pueblo, ética y cristianamente, estaba enfermo ya que busca descargar su libertad y responsabilidad cediéndola a un poder fuerte y autoritario. También porque aceptaba el beneficio por el beneficio, la acumulación de capital por la acumulación de capital.

El posconcilio trae, por tanto, una nueva forma de presencia del episcopado ante la sociedad y el Estado.

Esto sobresale de forma prominente en Antonio Palenzuela como ejemplo de obispo no acomodaticio, aportando directrices en la vida social, económica y política para que puedan ser guías en el proceso de instauración de un orden justo para todos los ciudadanos, en el que haya una distribución equitativa y todos ellos puedan incidir e influir de alguna manera en las instituciones públicas.

Especial trascendencia tuvo en el inicio de su episcopado su amistad con Mariano Gamo y la protección canónica que dio a los ex jesuitas Díez-Alegría y García Salve.

Su amistad con Mariano Gamo aumentó cuando coincidió con él en El Paular. Los hechos son que habiendo sido nombrado obispo de Segovia, decidió pasar una semana de retiro en El Paular, antes de su consagración episcopal. El arzobispo Morcillo se oponía a que Antonio Palenzuela fuera al Paular por encontrase precisamente allí Mariano Gamo.

Pero monseñor Palenzuela recordó a Casimiro Morcillo la amistad que le unía con Mariano Gamo desde el seminario de Madrid hasta estudiar juntos en el Instituto de Pastoral.

Mariano Gamo por su parte, en estas conversaciones con Antonio Palenzuela, le invitó a que reflexionara el ordenarse en Roma sin pasar por el fielato de El Pardo, la cojonoteca, que decía José María González Ruiz, para prestar juramento de fidelidad al Jefe del Estado. Mariano Gamo sabía que era mucho pedir, pero eran años de fervor conciliar.

Estos hechos indicaban que en España se estaba gestando una forma de Iglesia alternativa a la oficialista, que se había caracterizado por entender la Iglesia como sociedad perfecta con una estricta jerarquización de estamentos y autoridad.

Esta doble manera de entender la Iglesia, como comunidad de creyentes en Jesús y como institución jurídica, es la que estaba claramente remarcada en los problemas que tuvo que soportar Antonio Palenzuela por haber "benévolamente" acogido jurídicamente en su diócesis a los ex jesuitas José Mª Díez-Alegría y Francisco García-Salve que eran personas íntimamente cristianas pero conflictivas políticamente por su compromiso socio-político, a quienes monseñor Palenzuela respetaba aunque no compartiese plenamente sus posiciones

A los comienzos de su episcopado ésta era la situación real en la que se encontraba Segovia. Durante la década de los años 60 se produjo en Segovia una verdadera sangría demográfica, descendiendo la población segoviana en 39.688 habitantes, a pesar que en la capital aumentó en 8.724 personas, lo que significaba que el medio rural perdió 48.412 efectivos, es decir, casi un tercio de sus habitantes.

Durante el periodo 1970-1980 siguieron las mismas tendencias, disminuyendo la población rural en 22.688 personas, mientras que la capital crecía en 9.943. Se produjo en esta década una reducción neta de 12.745 habitantes en la población total de Segovia.

En 1980, la población rural suponía un 40% del total, habiendo descendido su peso específico casi a la mitad respecto al 73% registrado en el censo de 1940. En 1960 había 589 parados, en 1970 el número de parados era de 265 y en 1975 el número oficial de parados involuntarios era de 476, que suponía el 0,84% sobre la población activa segoviana. La estructura de la población de Segovia en 1981 es ya la de una comunidad envejecida.

Desde esta realidad, monseñor Palenzuela diría en la homilía de su ordenación episcopal: "Hay que preguntarse si las causas de esta emigración masiva son sólo y exclusivamente la pobreza y la poderosa atracción de la gran ciudad y de las zonas industriales, si un oscuro y triste destino no empuja a nuestras gentes a preferir la emigración al cambio radical de las formas de vida de sus comunidades en el lugar mismo de su origen".

Antonio Palenzuela no tardaría en distanciarse del perfil nacionalcatólico que caracterizó a su predecesor. El obispo Daniel Llorente Federico pensaba que la Iglesia había sufrido una persecución que, a pesar de intentarlo, no había acabado con su grandeza y esplendor, que colmaban nuevamente de beneficios a los pueblos.

Pero Antonio Palenzuela resultó problemático, no solamente por formar y animar la pastoral de la región del Duero, objeto de estudio de nuestra tesis doctoral, sino sobre todo por publicar una carta, fechada en 1973, junto a los obispos de San Sebastián y Bilbao en protesta por la situación de los sacerdotes confinados en la cárcel de Zamora.

Él sintió la responsabilidad de intervenir con los obispos vascos en estas gestiones porque el sacerdote y ex jesuita Francisco García Salve estaba, como ya se ha dicho, incardinado en su diócesis. El gobierno se irritó y quería aplicarle el Código Penal, en concreto, los artículos 161, 252 y 457.

Este intento, que hubiera representado un terremoto político, fue paralizado el 20 de diciembre de 1973 por el asesinato de Luis Carrero Blanco, que era el principal promotor del procesamiento del obispo.

Pero este incidente produjo una gran cantidad de reacciones en los ambientes conservadores de Segovia y en los medios oficiales que están recogidas en un informe encontrado en el Archivo General de la Administración que incluimos en el ANEXO 1º.

Por él conocemos que el ministerio fiscal llegó a interponer una querella contra monseñor Palenzuela pero que según la legislación vigente éste no podría ser llevado a los tribunales sin autorización de la Santa Sede.

Unas declaraciones de monseñor Palenzuela, en la revista Por favor, 21 de julio de 1975, hicieron que ésta fuera secuestrada por las autoridades. En ellas afirmaba la necesidad de dialogar con el marxismo, mostraba su deseo de acabar con una Iglesia de la Cruzada que, a su juicio, todavía existía, afirmaba la existencia de una lucha de clases dentro de la sociedad española e, incluso, se preguntaba por la validez del socialismo a la hora de resolver los problemas sociales.

Una actitud, en definitiva, beligerante con el régimen, según la documentación publicada por este historiador vallisoletano.

En el Archivo General de la Administración encontramos el número de Por favor secuestrado, que incluye la entrevista hecha por José Martí y Josep Ramoneda.

En ella el obispo Palenzuela aceptó preguntas tan comprometidas como estas: ¿por qué ese tono tan gris de los documentos de la Conferencia Episcopal Española?, ¿qué piensa de las relaciones entre cristianos y marxistas?, ¿hasta dónde llega el compromiso político de un Obispo?, ¿qué piensa del caso de su amigo Añoveros?

Como Antonio Palenzuela contestaba siempre con profundidad de pensador pero con gran libertad, es normal que una entrevista, aunque fuese en una revista humorística como Por favor, causara tanto revuelo.

Para Antonio Palenzuela era imposible prescindir de los valores morales, situándose en línea con el concilio Vaticano II, y su postura volvía a ser reiterar la dignidad de la conciencia moral del hombre.

Podemos afirmar, que Antonio Palenzuela estaba dispuesto a vehicular toda esta realidad del concilio Vaticano II, aplicando todas sus consecuencias de forma coherente, en medio de la sociedad laica que le había tocado vivir, renunciando a sus privilegios y al maridaje con la dictadura franquista.

La figura de Antonio Palenzuela supuso realmente un importante factor de socialización política y de creación de conciencia de clase desde un cristianismo crítico.

D. Antonio lentamente, con el tiempo, se fue ganando con su magisterio excepcional y su estilo de vida, el aprecio e incluso la admiración de los segovianos y de esta región castellana.

Su labor fue sobre todo de concienciación pastoral por medio de una forma sencilla pero muy eficaz, por medio, sobre todo, de sus breves pero profundos artículos o pequeñas cartas pastorales que mucha gente leía con avidez, cito por vía de ejemplo: Las madres laicas que levantó las iras de ciertas señoras de la sociedad más privilegiada que habían descuidado el despertar religioso de sus hijos.

Entre tantos, otro artículo que resultó molesto para las capas más altas de la sociedad fue La denuncia del profeta, donde dejaba al descubierto la corrupción española, juntamente con la frivolidad. Le preocupaba hondamente la formación seria y profunda de los agentes de pastoral.

Por eso llegó a reunir más de 200 catequistas. Promovió otro aspecto de la pastoral rural, dada la escasez de sacerdotes, creó grupos en arciprestazgos con la misión de llevar las celebraciones a poblaciones carente de presbítero.

1. Para el nombramiento de los arzobispos y obispos residenciales y de los coadjutores con derecho de sucesión, continuarán rigiendo las normas del Acuerdo estipulado entre la Santa Sede y el Gobierno español el 7 de julio de 1941, según consta en el artículo VII del Concordato entre la Santa Sede y España de fecha 27 de agosto de 1953. El Convenio entre el gobierno y la Santa Sede acerca del modo de ejercicio del privilegio de presentación fechado el 7 de junio de 1941, en el punto número 2, dice: "tan pronto como se haya producido la vacante de una Sede Arzobispal o Episcopal... el Nuncio Apostólico, de modo confidencial, tomará contacto con el Gobierno español y, una vez conseguido un principio de acuerdo, enviará a la Santa Sede una lista de nombres de personas idóneas, al menos en número de seis. El Santo Padre elegirá tres de entre aquellos nombres y, por conducto de la Nunciatura Apostólica, los comunicará al Gobierno español, y entonces el Jefe del Estado, en el término de treinta días, presentará oficialmente uno de los tres". Cf. Aa.Vv., Concordatos Vigentes, Tomo II, Madrid, Fundación Universitaria Española 1981, pp. 59 y 21-22.

2. Palenzuela, A., Cuál es el pensamiento de la Iglesia respecto de la política, Barcelona, Gaya Ciencia 1976, pp. 45. 68-69. 76-77

3. Ecclesia de 18 de noviembre de 1972, número 1618, p. 16 (1584); Ecclesia 25 de noviembre 1972, número 1619, p. 23 (1623); Ecclesia , 9 de diciembre 1972, número 1621, p. 15 (1695); Ecclesia 11 y 18 de diciembre 1965, número 1271, p. 39 (1767).

4. Recordamos que Morcillo había radicalizado mucho su postura. Fernando Gutiérrez comenta en su libro, Curas represaliados en el franquismo, 1977, cómo Morcillo amenazaba a Carlos Jiménez de Parga con la suspensión a divinis, para que se fuera de Vallecas. También lo narra el libro de Nicolás, E., La libertad encadenada. España en la dictadura franquista 1939-1975, Madrid, Alianza 2005, p. 379.

5. Delgado de la Rosa, J.A., Mariano Gamo, testigo de la transición. Cura obrero y marxista, Madrid, Endymion 2012, p. 52.

6. Aa.Vv., Segovia, 125 años (1877-2002), Segovia, Caja Segovia 2002, pp. 20-28.

7. Palenzuela, A., Desde la libertad del Espíritu, Madrid, PPC 1995, p. 13.

8. Llorente Federico, D., Tratado elemental de pedagogía catequística, Valladolid, Talleres Tipográficos de Andrés Martín 19302, pp. 308-310 y 462-464; Llorente Federico, D., Explicación dialogada del catecismo, Valladolid, Imprenta y librería Casa Martín 19322, p. 4; Llorente Federico, D., Lecciones de Historia Eclesiástica. Para los alumnos de segunda enseñanza y los del grado superior de catequesis y colegios, Valladolid, Imprenta y librería Casa Martín 19322, p. 154.

9. Martín de Santa Olalla Saludes, P., "El obispo que estuvo a punto de ser procesado. Antonio Palenzuela y la cárcel concordataria de Zamora", Hispania Sacra, LXI 123, enero-junio 2009, 362-363.354-357. 360. 365-366.

10. Archivo General de la Administración (AGA), 42/8797 exp. 8, fecha, 12- XI-73.

11. Berzal de la Rosa, E., Sotanas rebeldes. Contribución cristiana a la transición democrática. Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, 2007, pp. 182 y 183.

12. Archivo General de la Administración, (AGA) Caja 42/9000. 6 IG -40.490.

13. Berzal de la Rosa, E., Sotanas rebeldes. Contribución cristiana a la transición democrática, Diputación de Valladolid 2007, p. 52: "Tampoco debemos olvidar, la eficacia de los cursillos impartidos por la editorial ZYX en la Casa de Ejercicios de Segovia sobre Militancia obrera, fe y marxismo, sindicalismo, filosofía de la conciencia y demás".


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