"El Sínodo no puede ser una adaptación circunstancial o acomodación oportunista de nuestra Iglesia" Espíritu y espiritualidades en el diálogo sinodal

Espíritu y espiritualidades en el diálogo sinodal
Espíritu y espiritualidades en el diálogo sinodal

"El Instrumentum laboris recoge con  fidelidad, en general, la aportación de las Iglesias locales y de las etapas continentales"

"El reto se plantea ahora a la capacidad de la Asamblea del Sínodo para responder sin defraudar, con valentía innovadora"

"La espiritualidad sinodal que el Espíritu alienta  implica, por tanto, una amplia diversidad y pluralismo en los diversos contextos que la Iglesia vive"

"Una espiritualidad sinodal es, por tanto,  dialogante, compartida, relacionada, entre plurales espiritualidades,  donde nadie está por encima de nadie y la única autoridad  es servicio a los más humildes desde el evangelio liberador"

Estamos  a las puertas del Sínodo de la sinodalidad. Sus planteamientos,  preparación y consultas  han generado muchas expectativas, aunque  no faltan también   temores y desconfianzas. El desafío para realizar una Iglesia sinodal es de amplia envergadura y las preguntas planteadas y propuestas solicitadas tienen un alto alcance que afecta no solo a la estructura eclesial sino al mismo modelo de Iglesia para que sea con todas sus consecuencias Pueblo de Dios, como afirmó el Concilio Vaticano II. El recientemente publicado Instrumentum laboris (IL) las ha formulado recogiéndolas  en una síntesis que se presenta a la Asamblea de  Sínodo para su reflexión  en el próximo  octubre y, en su segunda sesión, en octubre de 2024.

Este importante y denso documento,  “identificando y compartiendo la peculiaridad de las situaciones que vive la Iglesia en las diferentes regiones del mundo” (IL 4), quiere reflejar contextos muy plurales y variados, sus interrogantes, problemas, esperanzas que no resulta  fácil  sintetizar con fidelidad en un documento de trabajo.

Espíritu y Sínodo

Creo que la ha conseguido y recoge con  fidelidad, en general, la aportación de las Iglesias locales y de las etapas continentales planteando con un estilo interrogativo y libre la riqueza de tantas amplias, extensas y cuestionadoras aportaciones y propuestas.

Si es cierto que la respuesta adecuada a una problema está en la pregunta bien formulada, el IL lo ha hecho con acierto y pertinencia abriendo el camino a respuestas de amplio alcance. De todas formas serán los grupos que hasta ahora han trabajado sinodalmente, según la consulta del Vademcum para la escucha y el discernimiento en las Iglesias locales, los que deberán reconocerse en este documento: ¿refleja y recoge las preocupaciones, intereses, anhelos, deseos en su pluralidad y esperanzas? Creo que la respuesta será afirmativa.

El reto se plantea ahora a la capacidad de la Asamblea del Sínodo para responder sin defraudar, con valentía innovadora. El trabajo es arduo y el mismo Papa ha querido prolongarlo en dos sesiones pues los temas son de hondo calado y consecuencias para la Iglesia actual y del futuro.

De todas formas no hay que olvidar que la tarea continúa en toda la Iglesia; no solo en las personas participantes en la Asamblea sinodal. El IL en particular, quiere favorecer la participación en la dinámica sinodal a nivel local y regional, a la espera de que los resultados de la Asamblea de octubre aporten posteriores elementos de autoridad. “Las Iglesias locales serán llamadas a orar, reflexionar, actuar y contribuir con sus propias aportaciones” a los resultados de la Asamblea de Octubre (IL 10) en la que, por primera vez, participan mujeres y hombres laicos con  derecho a voto. 

Ven Espíritu Santo que tu Pueblo no vive sin tí
Ven Espíritu Santo que tu Pueblo no vive sin tí

Con la guía del Espíritu en una espiritualidad sinodal

La inspiración profunda y la motivación fundamental está en el Espíritu que “nos invita a dar los pasos  para crecer como Iglesia sinodal” (IL 1), que nos llama a escuchar y acoger la voz  del Espíritu Santo, del “Espíritu de verdad” (Jn 14, 17), para saber lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7)” (IL  10; 16).

“El Espíritu Santo es el protagonista del Sínodo” (IL 17) y su método básico es una conversación en el Espíritu  (IL 32) para la que es necesaria una formación    a fin de ser Iglesia sinodal en la que se entrelazan comunión, misión, participación, siendo la misión su núcleo dinamizador, porque “la Iglesia sinodal es misionera” (IL 51).

El Espíritu se expresa y comunica “entre las diversas vocaciones, carismas y espiritualidades dentro del Pueblo de Dios” (Il B 1.3.). Es decir,  la espiritualidad sinodal no es única y uniforme, sino plural. Desde ellas se va conformando  “la cultura y espiritualidad sinodales, animadas por un deseo de conversión y sostenidas por una adecuada formación” (Il 58), “para aprender cómo acompañar el discernimiento comunitario y la conversación en el Espíritu”  (IL 59).

La espiritualidad sinodal que el Espíritu alienta  implica, por tanto, una amplia diversidad y pluralismo en los diversos contextos que la Iglesia vive. ¿Qué podemos aprender de su experiencia y de sus diferentes espiritualidades en relación con el discernimiento y los procesos de toma de decisiones? (IL B 1.4.) 

Papa y Sínodo

Pero no solamente en el interior de la Iglesia. El  IL se pregunta: “A lo largo del camino sinodal, ¿qué esfuerzos se han hecho para dar espacio a la voz de los más pobres e integrar su aportación? ¿Qué experiencias han madurado nuestras Iglesias en el apoyo al protagonismo de los pobres? ¿Qué debemos hacer para implicarlos cada vez más en nuestro caminar juntos, dejando que su voz cuestione nuestro modo de hacer cuando este no es suficientemente inclusivo?” (IL B.1.1.) No puede haber auténtica conversación en el Espíritu si no se escucha la voz y la  preocupación por ser capaz de una auténtica aceptación expresada  en una pluralidad de direcciones, muy diferentes entre sí y no convergentes (IL B 1.2.).

Una espiritualidad sinodal nos invita, por tanto, a escuchar con empatía, a dialogar con libertad, a aprender con humildad, a comunicarnos sin miedo ni reservas porque el Espíritu sopla donde quiere (Jn 3,8).  Impulsar tal sinodalidad es confiar en ese Espíritu. El Papa, no lo duda cuando insiste en que el Sínodo “debe comenzar desde las pequeñas comunidades, de las pequeñas parroquias… de la totalidad del Pueblo de Dios”. Estos lugares serán aptos si  viven los problemas de cada día en su entorno, si están cerca y comparten las búsquedas, esperanzas de las personas y grupos más necesitados con los que conviven, si su centro no es la parroquia y su culto, sino la situación de quienes sufren, si su compromiso les lleva a unirse a sus luchas por la justicia, la fraternidad, la igualdad. 

Ahí habla el Espíritu para quien sabe escucharle, en su relación con los demás, en el sufrimiento y también progresos y gozos, en el silencio contemplativo solidario; pero no, ciertamente,  en la imposición y sumisión; menos aún en el alejamiento de los problemas de la gente o en quienes  vuelven la vista cuando van por su camino sin atender a tantas personas tiradas y abandonadas en las cunetas  de la vida. Es un decisivo criterio de discernimiento de una espiritualidad auténtica.

Conozca el ABC del 'Instrumentum Laboris' del Sínodo de la Sinodalidad
Conozca el ABC del 'Instrumentum Laboris' del Sínodo de la Sinodalidad

El diálogo sinodal desde las espiritualidades

El lL insiste y desarrolla con amplitud el significado del Sínodo como una “conversación en el Espíritu”. El  “camino para la Iglesia sinodal consiste en conversar en el Espíritu” (IL A.2.). Así se puso en práctica, con éxito reconocido en el método seguido, en la primera fase y de esta forma continúa y lo recuerda y describe  el IL. De esta forma, partiendo de la oración, “se crea el ambiente que permite compartir experiencias de vida y como el espacio de discernimiento en una Iglesia sinodal” (IL 34; 38)). 

 Esta dinámica grupal deja   “huellas que la escucha de las hermanas y hermanos producen en la interioridad de cada uno que son el lenguaje con el que el Espíritu Santo hace resonar su propia voz” (IL 38). No habrá, por tanto, conversación en el Espíritu si no es desde la diversidad y pluralidad; imponer, dictar, censurar, discriminar son, en consecuencia,  posturas antisinodales, van contra el Espíritu

Por supuesto esta apertura y libertad implican el discernimiento al que el IL atiende y recurre con insistencia. Todas las espiritualidades son limitadas, solo en su mutua relación caminan hacia la verdad aunque puedan producir tensiones.  “No debemos asustarnos de ellas, ni tratar de resolverlas a toda costa, sino comprometernos en un discernimiento sinodal constante: solo así las tensiones podrán convertirse en fuentes de energía y no caer en polarizaciones destructivas” (IL 6). “Escuchando atentamente la experiencia vivida por los demás, crecemos en el respeto mutuo y comenzamos a discernir las mociones del Espíritu de Dios en la vida de los otros y en la nuestra” (IL 31). “Es necesario un discernimiento que preste atención también a las voces marginales y proféticas y no pase por alto la importancia de los puntos en los que surgen desacuerdos” (IL 39).

Espíritu

Esta “conversación en el Espíritu” no es un diálogo solo entre espiritualidades interiores a la Iglesia católica. Debe abrirse  y ser un diálogo ecuménico porque «el camino de la sinodalidad, que la Iglesia católica está recorriendo, es y debe ser ecuménico, del mismo modo que el camino ecuménico es sinodal» (IL B 1.4.). Por tanto “este Sínodo es una oportunidad para aprender de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y para «cosechar lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como un don también para nosotros» (EG 246). ¿Qué pueden (re)aprender los católicos de la experiencia sinodal de otros cristianos y del movimiento ecuménico?” . “¿Cómo puede una Iglesia sinodal cumplir mejor su misión mediante un compromiso ecuménico renovado”  (IL B 1.4.).

También con otras religiones y sus espiritualidades: “¿Cómo reconocer y aprovechar la riqueza de las culturas y desarrollar el diálogo con las religiones a la luz del Evangelio?” (B 1.5. ). Sin obviar los procesos  secularizadores: “Para algunos la sociedad secularizada es una amenaza a la que hay que oponerse, para otros un hecho que hay que aceptar, para otros una fuente de inspiración y una oportunidad. ¿Cómo pueden las Iglesias dialogar con el mundo sin mundanizarse?” (Il B 1.5.). Reconocer que en muchas experiencias sin referencia trascendente también se viven espiritualidades  profundas es una necesaria actitud sinodal de apertura y diálogo.

Una espiritualidad sinodal es, por tanto,  dialogante, compartida, relacionada, entre plurales espiritualidades,  donde nadie está por encima de nadie y la única autoridad  es servicio a los más humildes desde el evangelio liberador (Lc 4,18). No se aleja de la realidad en espiritualismos desencarnados ni, desde pretendidas verdades absolutas,  se cierra al diálogo abierto y libre.

Por supuesto, no todo lo que se presenta como espiritualidad es tal. El sentido critico y discernimiento, en el que insiste el IL,  son necesarios para no dejarse llevar por vientos cambiantes y navegar a la deriva.  La auténtica  espiritualidad proviene del Espíritu que es libertad, relación y compromiso ético y, en última instancia, amor. Para el cristiano su referencia básica es Jesucristo quien la llevó a sus últimas y plenas consecuencias dando su vida por los demás, para que todas y todos tengamos vida en abundancia (Jn 10,10).

Rafael Luciani
Rafael Luciani

La sinodalidad  como aportación a la humanidad 

 En la presentación del Instrumentum laboris, Rafael Luciani afirmó: “La sinodalidad es el aporte epocal más importante que los cristianos podemos hacer al resto de la humanidad, especialmente en un mundo que parece negar la fraternidad y la sororidad humana y la amistad social. Pero es también, el proceso más significativo de conversión y reforma que ha emprendido la Iglesia Católica, luego del Concilio Vaticano II, para revisar sus relaciones, dinámicas comunicativas y estructuras”.

“¿Con qué actitud nos acercamos al mundo? ¿Reconocemos lo bueno que hay en él y al mismo tiempo nos comprometemos a denunciar proféticamente todo lo que atenta contra la dignidad de las personas, de las comunidades humanas y de la creación?” (IL B1.2.).

Ante una  situación mundial en la que  la que se deshacen solidaridades y donde  caminar juntos en igualdad ha perdido su  sentido para muchos, la propuesta sinodal de la Iglesia católica  debe aparecer como un signo que transforme las relaciones de enfrentamiento, oposición, competitividad y dominio por medio de una eficaz ‘compasión en un mundo injusto´ (Juan José Tamayo).  En consecuencia corresponde  a las religiones y a las espiritualidades una amplia responsabilidad ética para lograr la justicia y la paz en la tierra. El papa Francisco afirma en la Fratelli tutti que “necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie”. La espiritualidad sinodal será auténtica si se abre a una sinodalidad mundial, como ya la entendió Gaudium et spes que presenta  a la Iglesia ”íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia… que le  ofrece su sincera  colaboración para lograr la fraternidad universal”.

Por ello desde lo más íntimo de nuestro ser brota  la necesidad de una espiritualidad compasiva que alcanza su culmen en el misterio del amor, como una semilla de cuyo desarrollo depende el futuro de la humanidad.

En definitiva este Sínodo que afronta las interpelantes preguntas del IL, resultado de una amplia consulta eclesial, no puede ser una adaptación circunstancial o acomodación oportunista de nuestra Iglesia; las cuestiones planteadas exigen un cambio cualitativo para responderlas con “discernimiento personal y comunitario, paciencia, perseverancia y parresía” (Il 58). Necesitan un diálogo en profundidad, abierto y libre desde la pluralidad de espiritualidades en las que el Espíritu, “protagonista del Sínodo” (IL17),  habla al Pueblo de Dios en el camino sinodal dentro de una perspectiva misionera.

"Instrumentum laboris"
"Instrumentum laboris"

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