"Modelo a imitar en su modo de hacer" José Isorna: In memoriam

(Guillermo Martín Rodríguez, corresponsal en el Vaticano).- Una nota de la Secretaría de la Provincia Franciscana de Santiago comunicaba a los franciscanos de la misma que en la tarde del día 26 de abril de 2016 había fallecido en Santiago de Compostela Fr. José Manuel Isorna Ferreirós, a los 94 años de edad y 76 de profesión religiosa.

En esta nota se hacen las recomendaciones pertinentes, en estos casos, de aplicación de los sufragios que indican tanto los Estatutos generales como los provinciales. El coro de oraciones y misas por el alma del P. Isorna, ha sido ciertamente puntual y abundante pues era muy conocido y estimado no sólo por los franciscanos de su provincia, sino también de otros lugares y conventos de España. Fue Superior y Rector del Convento y Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. En él ejerció su servicio desde 1978 hasta su regreso a la Provincia de Santiago, en 1985.

El P. Isorna, como todos le conocíamos, nació el 29 de mayo de 1921. Por tanto le faltaba un mes y tres días para cumplir los 95 años, su último lustro. Su vida que se extiende a lo largo de 19 lustros, y vivida con la intensidad y fecundidad como lo ha hecho el P. Isorna, larga y modélica, es digna de admiración, La breve biografía que ofrecen de él, en el comunicado es expresión de entrega y dedicación generosa e intensa. Han sido 76 años de religión y convento, fecundos, ofrecidos y consumidos en el altar de su fe por la comunidad humana que le ha tocado en suerte y a la que se ha dedicado plenamente desde su orilla franciscana, siguiendo los pasos, impregnados de "paz y bien", huellas imborrables, del "poverello" de Asís.

Pero hay algo de lo que no se ha hecho eco la nota de la Secretaría de la Provincia Franciscana de Santiago. Es posible que, siguiendo en su actitud humilde, el P. Isorna no diera muchas noticias sobre su servicio a la Iglesia española. No me cabe duda de que se lo comunicó a sus superiores directos, claro. Fue uno de los corresponsales en nuestro país del Programa Español de Radio Vaticano cuando un servidor era Director del mismo. Desde el 2003 estoy jubilado.

Eran los primeros años 90 del siglo pasado. Percibí la necesidad de crear en nuestro país, para nuestro programa, un grupo de corresponsales que nos enviaran informaciones puntuales de actualidad religiosa, que revertía luego y de inmediato sobre la Iglesia de España, alcanzando, además, a gran parte de Europa y norte de África, que quedaban cubiertas por las ondas medias y cortas de nuestras emisiones. Incluso los compañeros del Programa Hispanoamericano utilizaban con una cierta frecuencia las crónicas y entrevistas que nos enviaban nuestros corresponsales.

La idea fue del agrado de la Dirección General de la Radio y de la Dirección de Programas, en las personas de los jesuitas P. Borgomeo y P. Lombardi quienes me autorizaron a contactar a las personas que, como número y preparación religiosa y periodística, me parecieran idóneos para llevar adelante una corresponsalía de ese tipo.

Me puse encontacto con los responsables de los medios de comunicación de las archidiócesis y diócesis mejor situadas estratégica y geográficamente, con el fin de abarcar todo el territorio nacional. Conseguí reunir unos 15 corresponsales a los que hay que agregar 5 directores de emisoras de radio católicas, que amablemente respondieron a nuestra invitación, pues retransmitían nuestros programas a través de sus emisoras. Se añadieron gustosamente y con entusiasmo a los demás corresponsales. Llegamos a tener también algunos corresponsales del otro lado del Océano, como Chile, México, Perú y Colombia.

Para el P. Isorna, como él mismo me dijo, la invitación fue una feliz y grata sorpresa, por lo que aceptó sin dudarlo ni un momento. De esa manera, añadía, podía ampliar su labor de comunicador cristiano, pues se encontraba al frente de la Delegación de Medios de Comunicación en la archidiócesis compostelana. Se ocupaba de las noticias y eventos que se produjeran en toda Galicia. Dada su capacidad de entender el portugués estaba en condiciones de enviarnos noticias interesantes que se produjeran en el país vecino. Todo es y hace Iglesia. Era una gozada escuchar sus dos o tres minutos, a veces uno y medio pues el tiempo de emisión es tirano y no podía alagarse. Fue verdaderamente un fichaje magnífico.

Estaba muy al día y siempre pendiente de todo lo que ocurría en su región, tanto en lo religioso y espiritual como en lo social y humano. El P. Isorna nos mandaba crónicas, semanalmente, a veces cada quince días, según se produjeran las noticias, como hacían los demás corresponsales,  sobre todo lo que ocurría de carácter sociorreligioso o que considerara de interés y digno de ser conocido por su fuerza moral, ética, de justicia, de derechos humanos,  etc.

La relación de los corresponsales con la emisora del Papa tenía también una dimensión humana y personal con todos y cada uno de ellos. Para ello pensé que sería muy conveniente realizar en verano una convivencia o encuentro con todos ellos en una sede que ellos mismos propusieran, que fuera el lugar de residencia y de trabajo de un corresponsal. Era importante que se conocieran entre ellos, que trabaran amistad y compartieran inquietudes, ilusiones, pareceres, puntos de vista. El encuentro giraba en torno a un tema, que exponía yo al comienzo del mismo, y que servía de base, de punto de referencia y de discusión en las sesiones que celebrábamos a lo largo del día.

Pudimos celebrar cuatro encuentros de corresponsales con los temas y en las ciudades siguientes:

1.- "Radio vaticano y las emisoras católicas locales", celebrado en la ciudad de Bilbao, en los días 20, 21 y 22 de agosto de 1996.
2.- "El lenguaje radiofónico y la transmisión del sacro en la Iglesia", celebrado en la ciudad de Valencia en los días 18, 19 y 20 di julio de 1997.
3,- "La opinión pública y la Iglesia", celebrado en la ciudad de Toledo en los días 31 di luglio, 1 y 2 de agosto de 1998.
4.-"¿Quién habla en nombre de la Iglesia?", celebrado en la ciudad de Santiago de Compostela, en los días 27, 28 y 29 di agosto de 1999.

Participaron en estos encuentros todos los corresponsales, los directores de emisoras católicas que transmitían nuestros programas en conexión co n R.V. e invitados del mundo de la comunicación religiosa, unos 30 en total.

El encuentro de Santiago fue organizado, en su aspecto logístico, por el P. Isorna. El tema que se debatió abundante y fructíferamente fue, como he dicho más arriba: ¿Quién habla en nombre de la Iglesia?

Los temas de los encuentros tenían un punto de inspiración o de arranque muy concreto y preciso. El tema de Santiago de Compostela era considerado de gran interés y actualidad, no sólo en aquel entonces 1999, sino también hoy. Estaba inspirado en la intervención del Cardenal Roger Michael Mahony, Arzobispo de Los Ángeles, en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los Medios de Comunicación Social de 1998, donde, en su intervención, entre otras cosas se preguntaba: «¿Quién habla en nombre de la Iglesia?», aunque hoy en día también nos planteemos: «¿Cómo hablamos en la Iglesia?».

Preguntas que todavía hoy piden una atenta y profunda reflexión, pues como afirma el Decreto Inter Mirifica del Concilio Vaticano II: «Toca, principalmente a los laicos, vivificar, con espíritu humano y cristiano, estos medios para que respondan plenamente a las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino».Esta era también nuestra intención y nuestro trabajo como laicos, utilizando los medios de comunicación desde nuestra condición de laical.

En este encuentro se hizo mucho hincapié en la situación de los laicos en la Iglesia y la necesidad de que se les permita de una manera real y eficaz, llevar a cabo su misión en la Iglesia. Misión de apostolado en aquellos ambientes que sólo los laicos conocen y a los que tienen, precisamente por ser laicos, más fácil acceso. El tema del laicado como miembros activos en la Iglesia estaba muy vivo y bien asumido por nuestros corresponsales. El P. Isorna, en su intervención del sábado 28, por la mañana subrayó la importancia y necesidad de la presencia del laicado comprometido en el apostolado que puede y debe hacerse a través de los medios de radio y televisión, campo en el que él se movía con eficaz soltura y sabia experiencia.

Por último he de dfecir que mi relación con el P. Isorna era de profunda amistad. Hablábamos por teléfono casi todas las semanas, pues me proponía el panorama de noticias que se habían ido produciendo en la Comunidad gallega. Reflexionábamos un poco sobre ellas y acordábamos la o las noticias que convenía mandar por Radio Vaticano.  Cosa que, de una manera o de otra, sucedía también con los demás corresponsales.

En definitiva, mi relación con ellos era de total confianza y de igual a igual, bien que a mí me correspondiera la responsabilidad final de mandarlo en onda. He de decir que nunca hubo que lamentar ningún deslid o tropezón de ningún tipo. Todo caminó siempre sobre ruedas y en suave y serena amistad. El P. Isorna constituia un modelo a imitar en su modo de hacer. Hablar con él era como sentarse apaciblemente a la orilla de un mar en calma, rizado solamente por la inquietud de las ideas, y dejarse poseer apaciblemente por su sabiduría.

Desde aquí, a pocos minutos del Vaticano y de la Emisora del Papa, y en recuerdo de aquellos años transcurridos en contacto con el espléndido corresponsal P. Isorna, le mando un sincero y emotivo ¡¡GRACIAS!! Los que trabajamos con él en y a través de Radio Vaticano, un servidor, de manera más concreta y específica, queremos que conste que fue una persona excepcional, humilde, apasionado de su trabajo apostólico, muy preparado y siempre disponible para, en cualquier momento, responder a una petición mía fuera de la fecha y horario establecidos y grabar su servicio radiofónico con prontitud, pulcritud, elegancia de estilo, y claridad de contenido.

Padre Isorna, damos gracias a Dios por haberte colocado en la encrucijada de nuestro camino de comunicadores como sacerdote, comunicador y fiel servidor del Evangelio, la mejor Buena Noticia. Goza de las alegrías del Paraíso e intercede por nosotros.

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