Las tres T siguen siendo profecía: tierra, techo y trabajo, el grito sagrado que el Papa hace suyo ante los excluidos León XIV enarbola la bandera de los pobres de Francisco y desafía al mundo desde la periferia

León XIV come con pobres
León XIV come con pobres

"Con palabras directas y valientes, León XIV se ha dirigido a los movimientos populares de todo el mundo, reivindicando su papel transformador y tomando en sus manos la herencia social más audaz del Papa Francisco"

"Al igual que Francisco, León XIV defiende una Iglesia que escucha la voz de la periferia, acompaña los movimientos populares y construye la justicia social desde las bases"

"El discurso de León XIV es, pues, uno de los textos más socialmente comprometidos de su pontificado"

"León XIV se consolida como el heredero teológico y práctico de la “Iglesia en salida”, llevando su eco profético a nuevos contextos y desafíos"

El discurso del Papa León XIV a los movimientos populares el pasado día 23 de octubre representa una de las intervenciones más contundentes y sociales de su pontificado, sintonizando plenamente con las grandes líneas de su predecesor el Papa Francisco y en abierta continuidad con la doctrina social iniciada por León XIII, con elementos de ruptura profética y asunción plena de las claves francisquistas y hasta de su imaginario conceptual.

Con palabras directas y valientes, León XIV se ha dirigido a los movimientos populares de todo el mundo, reivindicando su papel transformador y tomando en sus manos la herencia social más audaz del Papa Francisco. El nuevo Pontífice ha lanzado un llamamiento a mirar la realidad “desde la periferia”, denunciando las nuevas formas de exclusión y haciendo un alegato radical a favor de los derechos fundamentales de los pobres: tierra, techo y trabajo.

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Movimientos populares

El discurso tiene una estructura y una inspiración en línea directa con los mensajes revolucionarios de Francisco: León XIV parte del reconocimiento y reconocimiento explícito a su predecesor por “haber mantenido un diálogo frecuente” con los movimientos populares y, citando textualmente su legado, hace propias “las tres T: tierra, techo y trabajo”, proclama: “reafirmo: la tierra, el techo y el trabajo son derechos sagrados por los que vale la pena luchar. Quiero que me oigan decir: ¡Estoy con ustedes!”.

Y con la misma lógica de Francisco sobre la opción preferencial por los pobres como núcleo evangélico y criterio de autenticidad cristiana, más allá de cualquier ideología política o económica, advierte: “...no estamos haciendo una ideología, sino que estamos viviendo realmente el Evangelio”.

León subraya la necesidad de ver las “cosas nuevas” no con la mirada de los poderosos, sino desde los márgenes, rechazando la tendencia a considerar como “novedad” solo los avances tecnológicos y denunciando cómo la auténtica novedad –la lucha por los derechos de los excluidos– sigue relegada por los centros de poder.

La visión de Iglesia que propone es la de “una Iglesia pobre para los pobres, una Iglesia que se inclina, una Iglesia que asume riesgos, una Iglesia valiente, profética y alegre”, profundizando e intensificando la consigna de Francisco y enraizándola en las fuentes evangélicas y en el magisterio social de León XIII.

Francisco de las periferias

Al igual que Francisco, León XIV defiende una Iglesia que escucha la voz de la periferia, acompaña los movimientos populares y construye la justicia social desde las bases.

El Papa además reivindica la experiencia de “caminar juntos” desde la periferia, otro concepto central del pontificado anterior (la sinodalidad como camino al cambio eclesial y social).

Destaca la evocación de la “cultura del descarte”, la denuncia de la globalización de la indiferencia y la impotencia, y la exhortación a combatirlas con una “cultura de la reconciliación y el compromiso”, siguiendo la lógica de Laudato si' y Evangelii gaudium: “Los movimientos populares colman este vacío, generado por la falta de amor, con el gran milagro de la solidaridad”.

 “A menudo, nos sentimos impotentes ante todo esto, pero debemos empezar a contrarrestar lo que he llamado 'globalización de la impotencia' con una 'cultura de la reconciliación y del compromiso'”, dice León, remitiendo a la  expresión “globalización de la indiferencia/impotencia”, que aparece repetidamente en Francisco, llamando a construir una cultura alternativa del compromiso y la solidaridad global.

Como León XIII en la Rerum Novarum, León XIV recalca con fuerza el papel central de los pobres en el diseño social y denuncia con ejemplos concretos la explotación de los recursos en los países del Sur global, la crisis de los sistemas de protección social, la persecución de los migrantes, la crisis medioambiental y la paradoja de la tecnología punta conviviendo con la miseria extrema.

León XIV y León XIII

 El discurso revive, de hecho, el espíritu de León XIII: “Por primera vez, y con absoluta claridad, un Papa afirmaba que las luchas cotidianas por la supervivencia y la justicia social eran de fundamental importancia para la Iglesia”. Este hilo directo con León XIII y Francisco es quizás el rasgo más claro y rompedor del actual Pontífice.

León XIV anima también a la acción colectiva y profética: la esperanza está en el testimonio de los movimientos populares, “campeones de la humanidad, testigos de la justicia, poetas de la solidaridad”, y llama a transformar sus iniciativas en nuevas políticas públicas y en derechos reales, animando a todos a “seguir adelante en el camino, con alegría y esperanza”.

El discurso de León XIV es, pues, uno de los textos más socialmente comprometidos de su pontificado. Recuperar y actualizar la tradición profética de Francisco y la Rerum Novarum, situando la voz de los pobres y excluidos en el centro de la misión eclesial. Las tres T se imponen como el núcleo irrenunciable del Evangelio social, y la llamada a la solidaridad concreta y creativa resuena como un desafío urgente y actual para toda la Iglesia y la humanidad.

Por otra parte, el discurso de León XIV ante los movimientos populares encuentra una clara continuidad y ampliación en su exhortación apostólica 'Dilexi te', en la que el Papa retoma de manera explícita las orientaciones pastorales y sociales de Francisco, tanto en el tono como en los contenidos.

Dilexi te
Dilexi te Agustín de la Torre

En ambos textos, León XIV reivindica la “Iglesia pobre para los pobres” y la centralidad de los excluidos, subrayando que la acción eclesial debe partir de la periferia y ser capaz de acompañar procesos populares, a menudo “bajo sospecha o incluso perseguidos”, como se menciona de forma literal en 'Dilexi te' (n. 80). Este énfasis en la sinodalidad de base y en el caminar conjunto con los sectores más vulnerables remite a las consignas estructurales de Evangelii gaudium y forma parte del núcleo profético que León XIV hereda y reinterpreta.

En el discurso, cuando el Papa reafirma que “la tierra, el techo y el trabajo son derechos sagrados por los que vale la pena luchar”, está recogiendo la estela de las célebres “tres T” propuestas e insistidas por Francisco en sus encuentros con los movimientos populares. Y en 'Dilexi te', León XIV profundiza todavía más, reconociendo que los movimientos sociales han sido “muchas veces despreciados o estigmatizados desde las instituciones”, y defiende abiertamente, con palabras heredadas al pie de la letra del Papa Francisco, su derecho a proponer alternativas sociales ya ser acompañados pastoralmente por la Iglesia. Se consolida así un magisterio que legitima la acción popular y la reivindicación de derechos desde una perspectiva marcadamente evangélica y social.

Tanto el discurso como 'Dilexi te' postulan una Iglesia capaz de “asumir riesgos”, de vivir la profecía y la creatividad social como servicios evangélicos, y de apostar por “procesos de justicia que nacen desde abajo”, fórmula favorita de Francisco y reiterada por León XIV como principio rector del cambio eclesial contemporáneo.

Francisco y Prevost

La exhortación retoma a menudo el lenguaje —y, en ocasiones, los mismos pasajes— de Francisco sobre la inclusión, el descarte, la denuncia de la cultura de la indiferencia y la prioridad del amor como dinamismo transformador. De este modo, León XIV se consolida como el heredero teológico y práctico de la “Iglesia en salida”, llevando su eco profético a nuevos contextos y desafíos.

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