El apóstol de la confesión, llegó a cardenal por su más popular confesado, Jorge Mario Bergoglio El abuelo de todos: desde el cielo ya nos bendice Luis Dri

Luis Dri, sosteniendo una imagen junto a Francisco
Luis Dri, sosteniendo una imagen junto a Francisco C5N

A los 98 años dejó su cuerpo el humilde fraile forjado en el rezo del Rosario y el confesionario. Luis Dri llegó a cardenal por su más popular confesado, Jorge Mario Bergoglio

"El abuelo de la iglesia no se tomaba vacaciones, “eso cuando era joven” y le repregunté ¿cuándo?, me retrucó: “sigo joven”. Luis tampoco celebraba sus cumpleaños"

(C5N).- Murió el cuerpo de Luis Dri y ganamos los argentinos, sobre todo quienes nos confesamos con él o lo conocimos, un ángel en el cielo. En el último día de junio, una hora antes que finalice el lunes 30, la hermana muerte fue al pequeño cuarto del primer piso del Santuario de Pompeya (avenida Sáenz esquina Esquiú, a tres cuadras del Puente Alsina). Allí lo esperaba el humilde, pero no débil de carácter y aún menos de espíritu, guerrero del rezo del Rosario y de la confesión.

Luis fue un milagro. Los médicos, agnósticos y ateos, que lo atendieron saben que superó sin lógica científica dos cánceres, el primero a los cuarenta, por la próstata, y el otro más reciente que incluyó llegó a convertirse en metástasis. Pero como decía él era la Virgen de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya que lo curaba para seguir su misión. Pero hasta acá llegó. Dio todo. Ahora sí Luis dejó el físico y se hizo totalmente espíritu.

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La vida de Luis de película. El abuelo de la iglesia no se tomaba vacaciones, “eso cuando era joven” y le repregunté ¿cuándo?, me retrucó: “sigo joven”. Luis tampoco celebraba sus cumpleaños. Sí le encantaba recibir plantas de regalo, aromáticas mejor, que colocaban su secretaria, Sara, o su enfermera, Noemí, en la ventana de su habitación, al pasillo de la enfermería de los frailes, o en la ventana de su confesionario/oficina, frente a la secretaría del Santuario, con entrada por la calle Esquiú. El otro regalo predilecto, que no pedía, era la yerba para sus mates mañaneros. La naturaleza, el mate y el rezo del Rosario fueron su infancia. En el campo de la localidad entrerriana de Federación (donde nunca recibió un reconocimiento) nació en la pobreza material junto a nueve hermanos. A los 4 años perdió a su padre. De su madre heredó el rezo del Rosario. De rodillas y apenas salía de la cama. Con unos nueve o diez años vería pasar a unos hombres barbudos, con hábito marrón, cuerda blanca a modo de cinturón y colgando desde la cadera las famosas piedritas, o semillas, que conforman un Rosario.

Francisco y el padre Dri
Francisco y el padre Dri

Dri era un fraile capuchino a la talla de la vieja guardia de la iglesia. Parecido en hábitos, por lo madrugones y rezadores, como en el carácter potente, aunque tierno de cercanía, a su más famoso confesado, Jorge Mario Bergoglio, quien lo hizo cardenal en el consistorio más argentino, el 9 de julio de 2023.

La noticia de su partida física corre como fuego en pólvora. Ya se pronunció la cúpula de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la herramienta del gobierno político y administrativo de la iglesia católica. El arzobispo porteño llegó este martes 1º al Santuario de Pompeya pasadas las 9 de la mañana. Jorge García Cuerva, que antes de cura trabajó en una famosa funeraria, estaba con los preparativos de las exequias, velatorio, entierro, que no será ni la Catedral, frente a Plaza de Mayo, tampoco el panteón de los frailes capuchinos en el cementerio de Flores. El prelado autorizó que todo ocurra en la casa de la Virgen de Pompeya, famosa entre los pobres del sur por el hermoso jardín con fuente donde cientos recogen o se bañan con su agua bendita. También el Santuario tiene su fama por contar con la primera imagen de San Expedito en Buenos Aires y por exponer una gasa que usó el Padre Pío de Pietrelcina para sus estigmas. Menos sabido que allí fue bautizado Diego Armando Maradona.

En sus últimos años Luis Dri fue más allá de su confesionario. El apóstol de la reconciliación con Dios se abrió a la comunicación. Lo fue llevando su más famoso confesado. Era el obispo de Roma, antes arzobispo porteño, que hablaba de Luis, al mundo. Luis como ejemplo de cura confesor. Bergoglio lo apuntalaba como el hombre de la misericordia activa, real, concreta, sin eufemismos o abstracciones místicas o inalcanzables. Incluso Francisco llegó a dar a todos los sacerdotes de la diócesis de Roma un ejemplar del libro “No tengan miedo de perdonar” donde el abuelo Dri confesó su vida y apostolado al periodista llegado de Italia, Andrea Tornielli (desde marzo de 2013 responsable de la línea editorial de los medios del Vaticano), y al otro periodista, el italo-argentino, Alver Metalli.

Luis, sin ser párroco, sólo un fraile confesor no se detuvo. Se convirtió en predicador vía la escritura. Él mismo, tan humilde, nunca presentó el libro “El gran perdonador. 100 meditaciones acerca de Jesús: camino, amor y perdón”. Además, tenía otro ya escrito, que ya contaba con la tapa diseñada, pero esperaba el prólogo del arzobispo porteño

Pero Luis, sin ser párroco, sólo un fraile confesor no se detuvo. Se convirtió en predicador vía la escritura. Él mismo, tan humilde, nunca presentó el libro “El gran perdonador. 100 meditaciones acerca de Jesús: camino, amor y perdón”. Además, tenía otro ya escrito, que ya contaba con la tapa diseñada, pero esperaba el prólogo del arzobispo porteño.

Dri siguió por más. Ni el confinamiento de la pandemia del covid-19 lo detuvo. Tampoco su última quebradura de la cadera que lo dejó en silla de ruedas. Aprendió a usar el celular. Que le permitió grabar reflexiones dos o tres semanales. Se las difunde una laica, Elsa, desde la localidad santafesina de Gobernador Gálvez. La última el 12 de junio. Allí habló de un santazo: San Antonio de Padua. El portugues nacido en el año 1191 y religioso de San Agustín. Pero que se convirtió a los franciscanos para ser misionero en África y que terminó evangelizando en Francia e Italia. "Tan vigorosa su palabra, que fue llamado arca de la sagrada escritura" predicó el gran confesor Dri y agregó: "famoso por sus milagros que hacía a cada paso, atendiendo mucho, mucho, a los pobres, enfermos, por eso es modelo de amor y de entrega para nosotros. No tenía miramientos para servir. Procuremos nosotros, en alguito, en imitarlo e invocarlo fervientemente, que no nos vamos a equivocar" y se despidió Dri con "un abrazo mis hermanos, hasta siempre, chau,chau, chau".

Padre Luis Dri
Padre Luis Dri

La energía de Luis no era humana, ni planetaria. No sólo confesando de lunes a lunes, asistiendo a misa y rezando constantemente el Rosario, también atendiendo curiosos periodistas que llegaban tras la noticia que el Papa lo había elegido su colaborador con el cargo honorífico de cardenal.

El fallecimiento de Francisco impactó en el corazón del abuelo Dri. Lo dejó herido. Estuve en misa del Santuario de Pompeya este lunes 21 de abril, a la mañana. Lo vi llorar cuando le tocó nombrar al Papa. Lo amargó. Siento que ofreció su vida a la Virgen a cambio del Papa siguiera vivo

Su nuevo desafío, nada menos que a los 96 años, fue el programa de radio online “rezá x mí”. Fue él quien pidió convertirse en columnista luego de ser invitado a dar una bendición en el primer programa. Por primera vez, en su larga vida, Dri era columnista radial. Su dedicación era notable. Escribía su reflexión. Sin anteojos. A puño y letra en papel. Primero salía vía online, gracias a la asistencia amorosa de sus más cercanos, Sara, sus enfermeros, Carlos, Noemí. Ponerse fuera del Santuario era complicado con la silla de ruedas y a su edad. En el medio tuvo sus recaídas de salud. Recuerdo que antes de irme a Roma, en septiembre del año pasado, fui a saludarlo a la clínica San Camilo. Siempre volvía a resurgir.  Ya lo había visto en cama, convaleciente, en mayo de 2022, y me había aceptado un reportaje. 

El fallecimiento de Francisco impactó en el corazón del abuelo Dri. Lo dejó herido. Estuve en misa del Santuario de Pompeya este lunes 21 de abril, a la mañana. Lo vi llorar cuando le tocó nombrar al Papa. Lo amargó. Siento que ofreció su vida a la Virgen a cambio del Papa siguiera vivo. Por esos días Luis ya no grababa para el programa de radio. Había pedido un descanso. Aunque meses antes machacaba que quería más audiencia. Más repercusiones. Quería que su prédica llegará a los confines del mundo. No le alcanzaba que su saludo por la enfermedad del Papa había alcanzado los 10 K. Es más, llegó a solicitar medios eclesiales, pero no fue aceptada su iniciativa.  

A quienes quieran ver sus videos los encuentran en el canal de youtube “rezá x mí Luis Dri”.

Luis fue un abuelo para quienes no tenemos a estos familiares en vida. También otros que lo conocieron en la confesión o que se acercaron a charlar, a pedirle un consejo, una bendición, a escuchar su saludo “hola mi ángel”, sentir que un viejito fraile en silla de ruedas te besa la mano por ir a verlo y te regala unos caramelos cuando te ibas. 

Fui testigo que le tocó el corazón a dirigentes sindicales, de los movimientos sociales, partidarios y empresariales. Encumbrados funcionarios religiosos y otros, laicos, lo veían recibiendo a todos y lo sentían peligroso. Querían dejarlo en el confesionario para sí. Que no se supiera del santo en vida en plena Ciudad de Buenos Aires, en la catedral del sur, de la periferia porteña. Luis escuchó escandalosas confesiones. Luis el gran confesor de los obispos y cardenales. Le puso misericordia a los pecados de los poderosos y de los humildes. 

La última vez que lo vi en persona a Luis fue para recibir su bendición por el viaje al cónclave. Su emoción fue tal que sus ojos se llenaron de lágrimas. El nuevo Papa fue elegido el día de la Virgen de Pompeya. 

Su confesionario/oficina hoy no abrió las ventanas. Estaba la oscuridad. Adentro quedó el cuadro del Padre Pío a quien conoció y con quien vivió una semana. Sus más fieles laicas lo lloraron en misa de las ocho en el camarín del Santuario. Luego le dedicaron un Rosario con Giga a la cabeza. 

Tenemos la paz que desde el cielo nos bendice el abuelo de la iglesia argentina.

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