"Tagle entró papa y salió cardenal: quizás esto nos indica la dirección que hemos de tomar" El hombre insiste, mas Dios se ríe: Reflexiones tras el cónclave 2025

"El título de estas reflexiones es una paráfrasis del refrán que me repetía mi querida madre, q.e.p.d., a saber, 'el hombre propone pero Dios dispone'"
"Durante el inicio del último cónclave, los medios filipinos orgullosamente afirmaban que el cardenal Luis Antonio Tagle era el tercero en votar, y a la vez (incluso cuando aún vivía el papa Francisco), que ya era el próximo papa"
"Y ahora muchos filipinos han expresado en las redes sociales su desilusión, su insistencia irrealista, egoísta, narcisista. Es esta una muestra del amor propio que ha perdido los estribos. Algunos han pedido un recuento…"
"No es este escrito un post mortem del cónclave o de Chito Tagle. Son reflexiones escritas después del cónclave. Es nuestro hermano que había trabajado, y seguirá trabajando, en pro de los más pequeños. Hemos de hacer lo mismo"
"Y ahora muchos filipinos han expresado en las redes sociales su desilusión, su insistencia irrealista, egoísta, narcisista. Es esta una muestra del amor propio que ha perdido los estribos. Algunos han pedido un recuento…"
"No es este escrito un post mortem del cónclave o de Chito Tagle. Son reflexiones escritas después del cónclave. Es nuestro hermano que había trabajado, y seguirá trabajando, en pro de los más pequeños. Hemos de hacer lo mismo"
| Macario Ofilada Mina
El título de estas reflexiones es una paráfrasis del refrán que me repetía mi querida madre, q.e.p.d., a saber, ‘el hombre propone pero Dios dispone’. Durante el inicio del último cónclave, los medios filipinos orgullosamente afirmaban que el cardenal Luis Antonio Tagle era el tercero en votar (Prevost era el cuarto o después del purpurado filipino) a la vez que, como venía haciéndose desde hace tiempo (incluso cuando aún vivía el papa Francisco), ya era el próximo papa (o al menos hacían una campaña, muchas veces agresiva y grosera, como si se tratara de unas elecciones filipinas o de un concurso de belleza, incluso apoyando su ‘candidatura’).
También muchos de mis paisanos decían que la elección de Tagle como miembro de la Congregación Particular el 28 de abril, junto a los cardenales Reinhold Marx y Dominique Mamberti, ya era signo del ‘favor divino’ (o al menos cardenalicio) y que iba a salir elegido papa. Pero vimos la noche del 9 de mayo (en Filipinas) pero en el pomerrigio romano del 8 de mayo que otro hombre con la mozzetta y estola pontificias puestas se asomó a la Loggia centrale de la Basílica de San Pedro. Me vino a la mente aquella foto ahora icónica de Tagle detrás de Prevost. Y suspiré: Por delante el hombre al que los hombres hemos querido y por detrás al que Dios había elegido de antemano.

Redes sociales, protestas y foros: Hacia una comunidad de Jesús, una comunidad de amigos
Y ahora muchos filipinos han expresado en las redes sociales su desilusión, su insistencia irrealista, egoísta, narcisista. Es esta una muestra del amor propio que ha perdido los estribos. Algunos han pedido un recuento. Varios han alegado muchas cosas con un lenguaje soez que no merecen repetirse aquí hasta el punto de amenazar con protestas y vehemencias. Su amenaza consiste principalmente en llevar sus protestas a un foro que juzguen adecuado, bien digital, bien presencial. Esto ha ocurrido, por ejemplo, tras el arresto de Rodrigo Duterte y el encarcelamiento de este en La Haya. Los partidarios del exdirigente filipino inundaron las redes sociales con protestas soeces, hasta el punto de inundar de spam el buzón de una personalidad estadounidense pensando equivocadamente que este formaba parte del tribunal en La Haya.
"Los filipinos deseamos intervenir en un cónclave que no nos corresponde, pero son (somos) incapaces de intervenir adecuadamente en los foros que verdaderamente nos corresponden"
Los filipinos, debido a nuestra historia larga marcada por incontables vaivenes de opresión y liberación, somos desgraciadamente prontos, gracias a una impulsividad inherente, a protestar e incluso intervenir en el sanctasanctórum de un cónclave papalino, algo que no nos corresponde, a la vez que no hemos aprendido las lecciones de la historia a la hora de acercarnos a las urnas. Prueba de ello es el panorama variopinto de la política filipina con personalidades distintas y extrañas. Pese a esta diversidad estos servidores del pueblo, esto es, oficiales elegidos dejan mucho que desear en términos de honestidad, credibilidad y eficacidad. Son tres cualidades que claramente faltan en la política en Filipinas salpicada de violencia, bulos, insultos e incluso de blasfemia. Para más inri, los filipinos deseamos intervenir en un cónclave que no nos corresponde, pero son (somos) incapaces de intervenir adecuadamente en los foros que verdaderamente nos corresponden. Tendré ocasión en este mismo ensayo de hacer algunas precisiones al respecto.
Por de pronto, es preciso recordar aquí que la iglesia es unforo. En la primera parte de su homilía en la misa para concluir el cónclave, León XIV habló en inglés, dirigiéndose a sus hermanos cardenales. No por ser estadounidense sino porque reconoce que el colegio cardenalicio es un foro internacional. No todos los purpurados hablan el italiano. Expuso en esta parte improvisada de su homilía, amén de una doxología o alabanza-agradecimiento a Dios que ha hecho maravillas, su eclesiología basada en la visión agustiniana de la Regla Agustiniana pero subrayando el empeño ‘antiguo pero a la vez moderno’ (séame permitido parafrasear un pasaje de las Confesiones del Hipponense) de la misión. Recordó a los cardenales (y a todos) que somos una ‘Comunidad de Jesús para anunciar el Evangelio’. Eso de la comunidad (una comunidad de amigos) ya lo oía hasta la saciedad desde mis años de estudiante (de 1977 a 1988) en el Colegio de San Agustín, Makati, Filipinas.
Chito y los caramelos: Acto de caridad hacia el nuevo papa. Redefinición de la victoria
En la misma misa se vio al Cardenal Tagle, apodado ‘Chito’ (que viene del español filipino, con proveniencia mexicana ‘Cachito’) entre los concelebrantes: orante y sonriente. Muy compuesto. Creo que lo habrá pasado fatal por lo de las horribles quinielas, sobre todo las organizadas por los de su tierra (incluyendo a los clérigos filipinos, muchos de ellos arribistas y ambiciosos) que en muchos casos ya rebosaban los límites de la decencia. En aquel momento percibí desde esta lejanía física (yo siempre conservo las distancias con respecto a personajes y eventos importantes, pues soy más bien un Espectador, dicho Orteguianamente) que la figura del purpurado filipino queda engrandecida más que nunca. Su victoria personal en estos momentos no consiste en ser el supuesto ‘primer accésit’ en este cónclave (o concurso, según el prisma secular) sino en seguir formando parte, de una manera crucial, de esa Comunidad de Jesús para anunciar el Evangelio. Seguirá desempeñando un papel destacado en esta iglesia, ‘presidida en la caridad’ (como escribiera san Ignacio de Antioquía citado por León XIV). Ahí está la verdadera victoria de Chito Tagle en esta iglesia. León XIV seguirá contando con su apoyo y colaboración en su pontificado.
Ahora, los anteriormente (y también los que lo siguen siendo con vistas al próximo cónclave) Tagleianos en Filipinas, están sacando de sus baúles recuerdos, fotos, chascarrillos del paso del entonces P. Robert Prevost O.S.A. por Filipinas. Bien me acuerdo de cuando había dicho Tagle (y otros tantos) que cuando llegó a ocupar un oficio alto (en el caso de Chito el cardenalato) de repente todo el mundo es su familiar o pariente. Yo personalmente conozco a dos parientes, de verdad, del purpurado filipino. Asimismo a varios ‘pretendientes’ o trepadores que se inventan parentescos superando la capacidad especulativa de los antropólogos estructuralistas.
Ahora, de repente muchos de la familia agustiniana filipina han comenzado a presumir en las redes sociales de su contacto al menos fugaz (que ellos extienden con hipérboles y exageraciones) con el fraile sonriente pero tímido que ahora es el papa León XIV. Ahora las anécdotas empiezan a multiplicarse, muchas veces con matiz hagiográfico. Nos gusta a los filipinos inventarnos santos y momentos luminosos y numinosos, propios de santorales y leyendas. Siendo así, no como mis compatriotas ‘más afortunados’, yo personalmente puedo decir que mi contacto con el papa agustino no es fugaz sino fugacísimo, pues como Espectador no me van mucho los saraos y las cercanías empalagosas. Solo hemos podido intercambiar brevemente saludos y sonrisas, con la cantidad de gente pegajosa que nos rodeaba. En la iglesia filipina, una mentalidad propia de las beatas es prevalente y esta misma se caracteriza por una zalamería muchas veces cansina e irritante para los clérigos halagados, sobre todo si se trata de alguien que ostenta un alto cargo o es un hombre ‘blanco’.
En una rueda de prensa organizada por el Pontificio Collegio Filippino de los tres electores filipinos, Tagle reveló que él llevaba caramelos a las votaciones en la Capilla Sixtina por lo que otro elector, un colombiano, le había llamado un niño por traer caramelos en el cónclave de 2013. De hecho, Tagle, amén de tener una cara de seminarista, tiene el corazón de un niño ingenuo y cándido. Contó el purpurado filipino que estaba sentado al lado del entonces Cardenal Prevost. Se dio cuenta de que este respiraba hondo por lo que le ofreció unos caramelos que el norteamericano aceptó. Tagle terminó la anécdota diciendo con una sonrisa: ‘¡Ahí va! Esa fue mi primera acta de caridad al nuevo Santo Padre’.
Pues, se trata de eso. Una comunidad de amigos, una comunidad de Jesús que evangeliza ha de ser una iglesia de caridad, como nos recordara Pablo VI y también san Ignacio de Antioquía. Hubiera sido interesante un pontificado tagleiano que seguramente se caracterizaría por gestos caritativos marcados por caramelos y sonrisas. Mas no es este su destino o vocación. Su misión es la caridad, como todos nosotros, empezando con gestos pequeños. Su misión, por lo visto por el momento, no es presidir a toda la iglesia en caridad. Pero sí su misión es vivir esta misma caridad, construir misionalmente esta comunidad, esta comunión que es la iglesia como colaborador destacado de quien preside y que ahora es León XIV. Es esta también nuestra misión, cada uno desde su circunstancia o vivencia específica y particular de la comunidad, de la comunión que es la iglesia donde sigue habiendo incontables retos.

Retos para la iglesia filipina y para el pueblo filipino: Paradojas y cesto de cangrejos
Lo mismo puede afirmarse desde una perspectiva filipina. Escribo este ensayo, en esta tarde calurosa y húmeda de mayo (de 34 grados Celsius), con los ojos nerviosamente puestos en los comicios legislativos del 12 de mayo de 2025 que serán cruciales en un país muy, muy dividido entre dos bloques potentes (los Marcos y los Duterte) y que está a punto de desgarrarse de manera violenta debido a que los que está en juego, para estos políticos, no es el bien de este país pobre del tercer mundo sino los intereses dinásticos.
Filipinas es un país católico pero no se viven en la esfera política y pública los valores cristianos. Decía que no intervenimos adecuadamente en los foros que nos corresponden. Estos foros son los de nuestra vida cotidiana que abarca diversas esferas, entre ellas, la religiosa, la social, la política.
Cabe citar aquí algunos ejemplos concretos. Iremos todos a misa el domingo pero votaremos a los diablos el lunes (y los seguimos apoyando todos los días de la semana). Invocamos el nombre de Dios en la política y en la esfera pública pero no respetamos la dignidad de las personas, sobre todo de los más pequeños. Usamos a la iglesia (léase ‘los clérigos’) para bendecirnos y para bendecir nuestros propósitos malévolos. Y los clérigos se dejan utilizar a cambio de dinero y donativos que ellos se guardan para sí, para sus viajes y lujos. Citamos la biblia o rezamos el rosario y tenemos un sinfín de devociones o rezos pero juramos, insultamos, humillamos a nuestros hermanos, sobre todo en línea. Somos cobardes en la vida real pero unas fieras en el mundo digital. Algunos incluso se han degenerado al ser asesinos en estas dos esferas mencionadas. Los filipinos somos propensos a matar no solo el cuerpo de nuestros hermanos sino sobre todo su dignidad, su honra, su buena fama en las esferas políticas y públicas. Nos autoproclamamos hijos de Dios pero votamos a los asesinos, ladrones y violadores. Deseamos ser luz, encendiendo velas, linternas, faroles pero solo para lucirnos y para ofuscar a los demás. De hecho, con estas luces somos amantes de la oscuridad y unos fanfarrones cuya finalidad es la de arrastrar a los demás que aspiran a una vida mejor hacia abajo como unos cangrejos recogidos en un cesto del mercado que quieren salir o escaparse del mismo (esto es lo que sociólogos han denominado ‘la mentalidad cangreja’ de los filipinos, esto es, nuestra versión propia de la envidia colectiva que no desea el bienestar o el progreso de los demás).
La vida filipina es como un cesto caliente, oscuro. Todos quieren salir de él, escaparse de él, tener una vida mejor pero los vecinos, los paisanos, los familiares no quieren que los demás tengan una vida fuera del cesto limitante por lo estos envidiosos los arrastran hacia abajo no para que los que quieren escapar se queden con ellos sino que para que estos, con sus pinzas, puedan usar a los arrastrados hacia abajo como trampolines hacia la liberación o salida propia. Esta mentalidad cangreja es inevitablemente prevalente también en el mundo clerical filipino en que se abusan de los ambones o púlpitos. Estos, muchas veces, no se usan para proclamar el Evangelio sino para que los mismos curas se autopromocionen o para atacar, salpicando la homilía con indirectas o menciones directas hasta nombrar, cual un discurso político muy común en las plazas filipinas, a los feligreses o parroquianos, incluso otros clérigos que no son de su agrado.
Quizá el hecho de que Tagle, a quien muchos habían ‘visto’ entrar (conforme a su visión tergiversada) como papa en el cónclave, ha salido del mismo como cardenal nos indica la dirección que hemos de tomar. Dicho de otra manera, hemos de redefinir nuestro concepto filipino de victoria, pues este es inherentemente despectivo a los que no ganen el primer premio. Se tratan a los perdedores con crueldad, al menos psicológica o social, en las elecciones y también a los perdedores en los concursos que caracterizan nuestra vida social en Filipinas. De hecho, es común en las familias filipinas el regañamiento despiadado a familiares o amistades que no han salido victoriosos en sus contiendas tanto profesionales como personales. Yo personalmente he sido regañado por algunos familiares algunas veces por no usar medios no del todo honestos para ganar en un concurso escolar en mi mocedad. Esta anécdota de mi vida me sigue dando escalofríos.

La vida sigue: Perspectivas y victorias de un cachito
A mi juicio, Tagle ha salido victorioso del cónclave. No cambió la púrpura por la sotana blanca pero sí pudo ofrecer un acto de caridad pequeño al nuevo papa. Y esto es lo que verdaderamente cuenta. No la sotana blanca sino los caramelos. De una manera aparentemente banal ha apoyado a su hermano que ahora es Vicario de Cristo. Este también es nuestro hermano que había trabajado, y seguirá trabajando, en pro de los más pequeños. Hemos de hacer lo mismo. El ejemplo y la figura de Tagle, empezando con aquellos caramelos, es una llamada a la pequeñez y a la solidaridad con los hermanos, sobre todo los más pequeños. Es lo que cuenta en el Reino de los Cielos y no el color de la sotana ni el color del partido político.
Tagle, el clérigo filipino más destacado en nuestra historia hasta el punto de ser un papable en dos cónclaves, se ha formado en este ambiente clerical pero no se dejado moldear por las pequeñeces del mismo. De hecho, es un clérigo muy poco clerical. Uno de los menos clericales a pesar de las adulaciones y lametones. Esto lo he visto con mis propios ojos. Es dialogal, muy dialogal. De hecho, a veces se temía que no tuviera voz profética, sobre todo en aquellos momentos oscuros del régimen de Duterte cuando era aún arzobispo de Manila, por su talante respetuoso demostrado en su talento de ser un gran conversador, sobre todo en el mundo mediático. Pero, de manera respetuosa y educada, se dejó oír la voz del profeta en sus homilías y circulares que merecen ser recordadas e incluso comentadas en el foro adecuado.
Mucho podrá escribirse de Chito Tagle en los días venideros mientras presenciamos el despliegue de este nuevo pontificado que promete ser, como dejé dicho en otra ocasión, longevo y fructífero. La vida sigue para la iglesia filipina y para el pueblo filipino. Mientras tanto seamos como Chito, un cachito de caramelos, un cachito de pan, un cachito de cielo, aquí en Filipinas y que dejemos de aspirar a prebendas en Roma (como los partidarios de Chito en el período del precónclave), como nos recuerda aquella canción mexicana de Consuelo Velásquez tan amada también por los filipinos que en vez de reírse, como el buen Dios que tiene otros planes para Tagle y todos nosotros, han (hemos) de sonreír frente a los incontables retos que el bien Dios en su infinita misericordia ha querido lanzarles(nos).
No es este escrito un post mortem del cónclave o de Chito Tagle. Son reflexiones escritas después del cónclave, como reza el título. Tal vez hemos encontrado la verdadera clave para la apoteosis tagleiana, mas este sigue siendo un asunto pendiente, pues no estamos aquí para hacer vaticinios cuales unos profetas veterotestamentarios sino más bien para ser Espectadores ‘regañantes’ con el único propósito de recordar que ser iglesia filipina, ser pueblo filipino conlleva muchos retos. Solo hemos logrado exponer un cachito de los mismos mientras seguimos adelante animados por la esperanza.

Etiquetas