A propósito de R. Lazcano, Biografía de León XIV.  El papa agustino, peregrino hacia Dios (San Pablo) De la misma correa

Rafael Lazcano
Rafael Lazcano

A propósito de R. Lazcano, Biografía de León XIV.  El papa agustino, peregrino hacia Dios, Madrid: San Pablo, 2025, 437 pp. + 61 fotografías

"Henos aquí ante una biografía pionera sobre el más famoso de los hijos del Hipponense, al menos en los tiempos contemporáneos"

"Rafael Lazcano sabe conjugar, con maestría difícil de igualar, lo anecdótico con lo documentado ya que convivió con su biografiado por un espacio de 4 años (1981-1985)"

"Lazcano propone la metáfora del ‘peregrino’, o ciudadano o migrante que a la postre es lo mismo"

Lo más distintivo de los frailes de la Orden de Ermitaños de San Agustín es su correa (lo mismo cabe decirse de sus hermanos recoletos y descalzos) no es su hábito sino su correa que para un niño travieso, como el que suscribe estas líneas, que frecuentaba las aulas de su colegio parecía un látigo.  Luego me explicó un fraile amigo, ya desaparecido, que representaba la protección primero para el cuerpo, luego para el alma, pues evocaba las virtudes morales, entre ellas, la castidad. 

Añadió, con un guiño pícaro tras destacar esta última virtud con la tos de fumador, que la correa (y no la mencionada virtud) era el signo externo más distintivo de su Orden. Posteriormente, en mis momentos de soliloquios personales, llegué a la conclusión de que la correa era como la librea.  Es decir, era un signo de identidad para los servidores.  En el caso de los frailes agustinos, para los servidores de la Palabra.

Creemos. Crecemos. Contigo

Libro del Papa

Recién salido los tórculos el ejemplar de este libro que estoy reseñando me llegó a mi domicilio en estas tierras del lejano Oriente, en donde la vida es muy precaria y difícil y que los pies de Robert Francis Prevost habían pisado, siendo aún superior general de la Orden de San Agustín (pp.84-85).   En medio de las crisis tanto ecológicas como sociopolíticas de mi tierra, busqué refrigerio, al menos momentáneo, en sus páginas. 

Henos aquí ante una biografía pionera sobre el más famoso de los hijos del Hipponense, al menos en los tiempos contemporáneos, catapultado a la fama por su reciente elección al Solio Petrino, escrita por alguien de la misma librea, mejor dicho, de la misma correa.  Esta va más allá de lo meramente material o circunstancial, pues es un sello, ante todo espiritual, que deja huella imborrable, como el vestigio agustiniano, (por no decir ‘herida incurable’ que es más bien una metáfora sanjuanista) en la interioridad de cada uno.  Esta huella (o vestigio), a la vez, constituye el principio de integridad de cada individuo. 

Pocos hay como Rafael Lazcano quien sabe conjugar, con maestría difícil de igualar, lo anecdótico con lo documentado ya que convivió con su biografiado por un espacio de 4 años (1981-1985) siendo ambos estudiantes en la Ciudad Eterna.  El autor con la formación rigurosa de historiador de la iglesia, además de sus ya sabidas dotes intelectuales demostradas en sus numerosas publicaciones anteriores, posee la perspectiva adecuada de una águila (símbolo agustiniano muy conocido), es decir, la de un espectador no del todo lejano pero sí lo suficientemente cercano por lo que su escrito deja un espacio vital al biografiado para que ese luzca por sus propios méritos y no por la brillantez estilística esparcida por todas las páginas de este volumen que dan la impresión de que el a. conoce a su biografiado como ‘la palma de su mano’. 

Asimismo, sin pretensiones de reducir su obra a una hagiografía, a estas alturas un tanto odiosa pese a los avances de los bolandistas, Lazcano propone la metáfora del ‘peregrino’, o ciudadano o migrante que a la postre es lo mismo, (apoyándose en las palabras del mismo León XIV pronunciadas en mayo de 2025 con las que se autodefinía, p. 26).  Lo hace con un tiñe teológico (por así decirlo) al añadir la expresión ‘hacia Dios’, para el despliegue histórico del iter del personaje central de esta narrativa amena e informativa.  Muchas veces también con un tiñe de tipo filosófico o agustino (el Agustín de las Confesiones y de la Ciudad de Dios) como demuestran las palabras lapidarias: ‘La experiencia humana, en tiempos de juventud hacia la madurez, es inquietud, búsqueda, descubrimiento, encuentro, responsabilidad y compromiso’(p.30).

León XIV

Lazcano ha querido subrayar lo dinámico del iter del papa que se autoproclamó migrante y ciudadano con eso del ‘peregrino’.  Esto queda patente sobre todo a partir del segundo capítulo (pp. 27 ss) que viene después de un discurso genealógico riguroso en que se echa en falta una contextualización del cruce de mundos que venían a coincidir en el Chicago de entonces, de la posguerra.  Sin embargo, el humus del Chicago, mejor dicho, ‘Dolton Prevostiano’ cobra matices muy variopintos y humanos, con datos actuales, en este capítulo y en los demás capítulos, ya que Prevost ha vivido tanto en el primer mundo (sobre todo como nativo de los EE.UU., estudiante en Roma, luego prior general) como en el tercer mundo (sobre todo cuando fue nombrado por el papa Francisco obispo en Perú).

Con pericia inusitada el autor va tejiendo su narrativa centrándose en la formación intelectual formidable, experiencia rica como gobernante y talante indiscutible como misionero y pastor de su biografiado.  El resultado no es solo una narrativa sólida por la documentación y entretenida por el estilo, dos dimensiones estas que el biógrafo ha sabido conjugar como nadie dada su propia formación intelectual, dotes literarias y circunstancia peculiar por haber compartido con Prevost la misma correa.  El hecho de compartir la misma correa no ha sido óbice para la deseada objetividad.  De hecho, ha permitido al biógrafo adentrarse en las entrañas espirituales, tomando el carisma agustiniano por referente

 Felizmente, el resultado es una obra minuciosa y próxima que no solo aporta datos históricos sino también claves espirituales para comprender este pontificado que comenzó hace más de seis meses y cuyo despliegue ha acaparado la atención de prácticamente el mundo entero. Este pontificado inaugurado en mayo de 2025 todavía está definiéndose, es decir, está aún en proceso de salir de la sombra de la ‘revolución’ iniciada por el papa argentino, el antecesor inmediato de León XIV en la Cátedra Petrina.  Gradualmente va cobrando y definiendo su propio carácter ante los ojos escrutadores de todos.  Para este proceso de observación y peregrinación este libro de Lazcano puede servirnos de brújula.  Mas es ya, en efecto, un cuaderno de bitácora de alguien que desde la cercanía había hecho un gran trecho del recorrido del viaje todavía no terminado con el mismo Robert Francis Prevost en tiempos atrás.

Lo más valioso de las páginas de este libro es, sin duda, el carácter abierto de la narrativa lazcaniana.  Culmina en la elección de Prevost como Sucesor de Pedro pero esta cima o culmen es a la vez punto de partida, pues, Dios mediante, le queda muchísimo por recorrer a este estadounidense con sangre de migrante y que se hizo peruano, a este trotamundos que conoce bien la división dolorosa entre Norte y Sur, a este peregrino a quien le corresponde pastorear a la iglesia peregrina de Dios en estas calendas muy difíciles.

De 10 capítulos densos pero amenos, con una bibliografía muy bien ordenada en 4 momentos o partes, con 61 fotos (algunas de las cuales obviamente de una colección personal por ser inéditas) y prologada por el ahora ex prior general de los agustinos, con esta biografía ´holística´ (p. 322) ya le podríamos decir a Lazcano que ya podría descansar de sus labores, pues nos ha regalado una obra que marca un hito.  A tenor de ello, sería más oportuno desearle al a. tiempo, musa y energía para seguir indagando en los pasos de este papa que es misionero, ‘quien ha reafirmado su vínculo con su Orden’ (p. 323) y peregrino con la cercanía de la correa compartida.  Esta a la vez denota el rigor que es cometido de todo historiador solvente que siempre está a la espera y a la escucha de las perspectivas venideras que arrojarán más luz y datos sobre el tema de su estudio con la finalidad de que se escriba una biografía más amplia y minuciosa (p.79). 

Rafael Lazcano

En estas lides es ya veterano Rafael Lazcano quien una vez más es merecedor de nuestros parabienes.  Ojalá que esta biografía no sea su última palabra sobre Robert Prevost, ahora el papa León XIV, pues tanto el último capítulo, titulado ‘desafíos y expectativas (pp. 289 ss), como la coda, titulado ´pontificado agustiniano’ (pp. 321 ss), del libro parecen apuntar a publicaciones ulteriores sobre el mismo biografiado.  Auguramos que nuestro ilustre biógrafo, como en otras ocasiones, estará a la altura y no nos defraudará.

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