(José Manuel Vidal).- No está contento el cardenal de Madrid con los resultados de las últimas elecciones episcopales, en las que salió reelegido presidente de la Conferencia episcopal para el próximo trienio por 39 votos sobre 75. Y tiene motivos para no estarlo. Quería una goleada y tuvo que contentarse con ganar por la mínima. Victoria pírrica y con sabor amargo. Primero, porque confirma que Rouco Varela vence, pero no convence. Una tonica en toda su carrera eclesiástica (en la anterior votación, por ejemplo, también salió elegido con 38 votos). Y segundo, porque su ilusión y la estrategia que vendió a los obispos no pasaba por una victoria apretada, sino por na especie de plebiscito episcopal. Con la excusa de la visita papal a España y de dar una imagen de unión interna y externa.
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