Benedicto XVI y la unidad de los cristianos El hoy del ecumenismo y la espera de su cumplimiento

(Kurt Koch, en L'Osservatore Romano).- «Trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los discípulos de Cristo» es el «apremiante deber» del Sucesor de Pedro. El Papa Benedicto XVI pronunció estas palabras programáticas ya en su primer mensaje después de la elección al Solio pontificio. Al repasar los más de seis años de su ministerio petrino, podemos constatar con gratitud que la causa del ecumenismo es el hilo conductor de su pontificado. En sus numerosas homilías y en sus múltiples mensajes, no sólo se refiere a la necesaria «purificación de la memoria» y ve en la «conversión interior» el presupuesto indispensable para el progreso del camino ecuménico, sino que además ejerce ya desde ahora, en sus numerosos encuentros con los representantes de otras Iglesias y comunidades cristianas, un primado ecuménico.

Este claro énfasis ecuméncio en la obra del Santo Padre no puede sorprender, si tenemos presente el hecho de que el Papa Benedicto XVI, ya como teólogo y cardenal, se esforzó mucho por hacer avanzar el diálogo ecuménico y lo enriqueció con útiles reflexiones teológicas. Naturalmente, en el marco de un breve artículo no se pueden citar detalladamente las distintas contribuciones aportadas por el Papa Benedicto XVI al ecumenismo. Me centraré, por tanto, en el núcleo esencial de su compromiso ecuménico, que a mi parecer se expresa de modo más claro y profundo en su interpretación de la oración sacerdotal de Jesús, «que todos sean uno», de la que el Papa habla en su segundo libro sobre Jesús de Nazaret.

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