Vivir con confianza

Sabemos bien que en nuestros días andamos necesitados, escasos de confianza. Porque nuestros bolsillos están más rebosantes de temores, desconfianzas, protecciones y recelos.
Creemos que nos da estabilidad y fortaleza ante el futuro nuestra autosuficiencia, los seguros de la casa, del coche o la cuenta del banco. Pero con la crisis que estamos atravesando, hemos visto cómo todo puede cambiar en un minuto.
Sin embargo, debemos reflexionar sobre la importancia de vivir con confianza, tanto dentro de nuestra comunidad, como en la familia o en las distintas facetas sociales y políticas de la vida. Porque sentir profundamente la confianza nos convertirá en personas más alegres, amables, agradecidas y esperanzadas.
Solo así generaremos en nuestro interior la fortaleza, que no nace de sentirnos protegidos, sino de sabernos frágiles, vulnerables, pero llenos de un aliento, una certidumbre, una vulnerabilidad que nos invita a abandonarnos con fe en el otro.
Hoy deberíamos hacer un voto gozoso de confianza, renovar con ilusión la fe y la seguridad en las personas que nos quieren, que nos acompañan día a día, o en quienes viven a nuestro alrededor.
También, a pesar de tanta injusticia, dolor, guerras, insolidaridad y odios, necesitamos depositar nuestra confianza en la humanidad. Una confianza que invita al trabajo constante por hacer visible la esperanza, que se concreta en la construcción de un mundo más fraterno, justo y en paz.
Una confianza sin sombra de duda en que la Divinidad, que es el Amor que palpita dentro de cada persona y en el universo que nos rodea y del que formamos parte, nos acompaña cada día y nos fortalece, para sentirnos hermanos y llevar así la brisa de la fraternidad a todos los ambientes en los que nos movemos cada día.
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