J. A. MONROY
La España que he vivido (XV)
Quiero recordar que el Concilio Vaticano II inició sus sesiones en octubre 1962 y las concluyó en diciembre 1965. Juan XXIII quedó fijado como el papa del ecumenismo. Todo mentira. Lo que Juan XXIII pretendía era que los protestantes fuéramos al Vaticano de rodillas y ante la silla papal pidiéramos perdón por la Reforma del siglo XVI.
Ya en la encíclica “Ad Petri Cathedram”, fechada el 29 de junio 1959, Juan XXIII escribió: “Este maravilloso espectáculo de unidad que distingue a la Iglesia católica y que es un ejemplo luminoso para todos, quiera Dios que conmueva de una manera provechosa vuestros espíritus, para que pronto dejemos de llamaros hermanos separados, separados de esta Sede Apostólica”.
¿Se ha leído bien? El papa no nos invitaba volver al siglo I, donde todos podríamos encontrarnos en Cristo, sino al XVI, para reparar los males que, en versión católica, causó Lutero.
Puede leer aquí el artículo completo de este escritor y conferenciante internacional de fe protestante titulado Atacan fieles y templos evangélicos