J. A. MONROY
El origen genuino del constitucionalismo español se remonta a 1812. La parodia de Constitución que se aprobó cuatro años antes en Bayona por inspiración de José I, hermano de Napoleón, nunca llegó a regir en España. El 19 de marzo de 1812 las Cortes reunidas en Cádiz proclamaron la soberanía nacional, el poder constituyente popular y las libertades individuales y dieron al país un texto constitucional amplio, en parte influido por el pensamiento francés de 1791. No obstante, en su artículo 12 dejaba intacto el privilegio exclusivo de la Iglesia católica: “La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.
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