Tres países en los que no se respeta la libertad de conciencia vuelven a ser foco de atención. En India, las autoridades de Karnataka están en proceso de implantar una ley “anticonversión”, que de facto, impediría la expresión pública de cualquier fe que no sea la hinduista. En Kenia, los miembros de una iglesia destruida hace seis meses, denuncian que las autoridades no buscan a los culpables, pese a que 400 asistentes fueran testigos de la agresión. En Pakistán, en cambio, parece que por fin la justicia va a reaccionar y devolver a su familia, una niña cristiana secuestrada y casada ilegalmente.
El gobierno nacionalista hindú, en el estado de Karnataka, región que ocupó el segundo puesto en India en el número de ataques contra cristianos durante el año pasado, contempla la posibilidad de introducir la ley “anticonversión” en su región. La introducción de esta legislación no sólo limitaría claramente la libertad de expresión de los cristianos, sino que se convertiría en un pretexto para justificar la violencia contra los propios cristianos, como ha sucedido en otros estados del país.
En principio, este tipo de leyes son diseñadas para evitar que se manipule a la población para conseguir conversiones proselitistas, pero por lo general son interpretadas como una criminalización de cualquier conversión. Los comentarios de algunos funcionarios públicos, refuerzan esta idea.