Aunque ya hemos escrito dos artículos, uno sobre los inmigrantes en el Antiguo Testamento y otro sobre el Jesús migrante bajo el título de la Navidad del niño migrante, que podrían ir dando fundamento bíblico a la necesidad de una Pastoral de la Inmigración, vamos a insistir un poco más en la fundamentación bíblica para la formulación de esta pastoral. Hay muchas categorías bíblicas, tanto doctrinales como desde el punto de vista de la praxis, en relación con los extranjeros en los textos bíblicos. De hecho, todo el pueblo de Israel se debe contemplar desde un panorama muy específico que le da cierta originalidad: el panorama o marco de las migraciones.
Las migraciones son el icono específico que da un carácter especial y original a la experiencia del pueblo de Israel. A lo largo del artículo citamos unas frases que podríamos llamar rubricadas por Dios o por su Palabra.
Es por eso que se puede encontrar tanta orientación bíblica en torno al tema de las migraciones internacionales, en torno a la inmigración que afecta a Europa y a nuestro propio país. La experiencia religiosa del pueblo de Israel, su relación con Dios, se da dentro de este icono bíblico tan especial: la migración. Migraciones que, en muchos casos, llevan el sabor de la frase bíblica: “Sal de tu tierra y de tu parentela”. Por tanto, el Antiguo Testamento aporta mucha reflexión en torno a las migraciones y el libro del Éxodo es, por excelencia, el icono bíblico de toda migración en el mundo. Es por eso que los cristianos no tenemos muy difícil la estructuración de una Pastoral de la Inmigración.