Tratado de ateología

JUAN ANTONIO MONROY

Tratado de ateología, por Michel Onfray, Editorial Anagrama, Barcelona, 249 páginas. El autor de este libro parte de una proposición totalmente falsa, ilógica, indemostrable. Que Dios murió en el siglo XIX, lo enterró Nietzsche con su grito “Dios ha muerto”, repetido al pie de la letra por Jean Paul Sartre al final de la segunda guerra mundial, seguida tontamente desde mediado de los años cincuenta por la mal llamada teología de la muerte de Dios.


A este desquiciamiento del intelecto respondió el italiano A.M. Cocagnac con una obra contundente que ostentaba este título: SI DIOS ESTUVIERA MUERTO NO HABLARÍA TAN FUERTE. Desde su aparición en el primer capítulo del Génesis los hombres y los pueblos han estado recibiendo la luz de Dios en el espejo del alma. Querer matarlo es locura.

Para construir su libro Onfray admite que hoy día, en pleno siglo XXI, Dios no está muerto ni agonizante, al contrario de lo que pensaban Nietzsche, Sartre y Heine. No hay fecha de nacimiento de Dios. Tampoco certificado de defunción. Hoy día, dice, Dios se encuentra en la plenitud de su renacimiento, tanto en Oriente como en Occidente. De aquí la urgencia, según Onfray, de un nuevo ateísmo, argumentado, sólido y militante. Un ateísmo que proclame que nuestro único bien verdadero es la vida terrena; que la religión es una debilidad y que existe una única trinidad: hombre, materia, razón; un ateísmo poscristiano que rompa de manera irrevocable los códigos divinos. Es lo que el autor quiere.

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