EDITORIAL
La infidelidad matrimonial de Ted Haggard, presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de EEUU, ha destapado todo tipo de reacciones. Algo esperado por su enorme representatividad (ya que era presidente de 30 millones de evangélicos norteamericanos) y por el “morbo” de que la acusación parte de un hombre: es decir, se trata de una infidelidad homosexual. Pero al analizar las reacciones, algunas no dejan de ser cuando menos curiosas.
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