ISABEL PAVÓN
Oigan: Multitudes de orejas hacen huelga ante lenguas con necesidad de expresarse. Nosotros los de dentro y ellos, los de fuera, estamos en un grave peligro. Noto que las mías, por ejemplo, de no usarlas, se me están quedando rígidas, como cartón piedra, y sólo me sirven como perchas para sostener las patillas de las gafas, o como muestrario de un sin fin de llamativos pendientes.
¡Las orejas están perdiendo su verdadera misión dentro de los sentidos del cuerpo humano!
Me confieso: estoy dentro del saco. Por otra parte, jamás he sabido de nadie de los nuestros que diga: Yo tengo el ministerio de la oreja. Otro tanto está pasando fuera.
¡La buena escucha agoniza! ¡Las palabras se atropellan sin encontrar lugar donde refugiarse y hacer nido! En la atmósfera, en la que nosotros mismos nos creamos y en la otra, se está creando una enorme bolsa de frases nunca oídas a punto de estallar, ¡cuidado! Ni pensar quiero lo que podría ocurrir si, en un descuido, nos caen encima.
Puede leer aquí el artículo completo de esta poetisa y escritora de fe evangélica titulado El ministerio de la oreja