JUAN ANTONIO MONROY
Tal como lo constatan mis registros, el domingo 28 de mayo de 2006 el Papa Benedicto XVI estuvo en Auschwitz, ciudad polaca donde Hitler mandó construir cuatro campos de concentración para el exterminio de judíos. El Gobierno polaco decidió en 1947 conservar el conjunto de las instalaciones como museo en memoria del holocausto nazi. Años después, en 1979, la UNESCO inscribió Auschwitz en la lista del patrimonio mundial.
¿Qué se le perdió a Benedicto XVI en aquél museo del horror? Primero habló como ciudadano. Dijo: “Estoy aquí como hijo de un pueblo sobre el cual un grupo de criminales alcanzó el poder…con la fuerza del terror y de la intimidación a fin de que nuestro pueblo pudiera ser usado y abusado como instrumento de su destrucción y de sus dominios”.
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escritor evangélico internacional sobre El silencio de Dios en Protestante Digital