La oración de petición

Si hay algo en el que debo facilitar un punto de encuentro, haciendo honor al nombre de este blog, es en torno a la oración. En esta ocasión, reflexiono sobre la oración de petición, en la que no se ponen de acuerdo ni los teólogos, por aquello que algunos dicen sobre ella, que es más bien una postura de falta de fe que de oración argumentando que Dios Padre ya nos da todo lo que necesitamos antes de pedírselo.  

Lo cierto es que nunca he estado de acuerdo con esta postura que, sin embargo, me ha hecho reflexionar pues no se debe cerrar los oídos a reflexiones de otras personas. En el lado contrario, es decir, a favor de esta manera de orar pidiendo a Dios con confianza por nosotros y por los demás, acabo de leer la reflexión de la teóloga Marianne Schlosser recordando la importancia que esta manera de orar tiene en el Nuevo Testamento. Para ella, es incluso primordial (sic) si tenemos en cuenta que la oración del padrenuestro que nos dejó Jesús está llena de peticiones. Y entre todas ellas, destacaría el pedir perdón.

En el Evangelio no existe ni rastro de crítica a las peticiones; al contrario, se exhorta a que pidamos incluso siendo pesados en la insistencia, como nos dice el pasaje del amigo que bajará a atendernos de madrugada aunque solo sea por lo pesados que nos ponemos. O la viuda con el juez, que le hará justicia aunque solo sea para que le deje en paz. Preciosos textos.

La petición no degrada al ser humano sino todo lo contrario al contar Dios con sus criaturas también a través de la petición al esperar algo mayor de lo que puede alcanzar con sus propias fuerzas. Pedir significa confiar y se piden cosas espirituales y materiales sabiendo que si buscamos el Reino, todo lo demás se nos dará por añadidura.

Ninguna oración se pierde, cuánto menos si pedimos por los demás sobre todo por quienes nos ofenden. La oración, entre otras cosas, purifica nuestros propios deseos alentados por el Espíritu. De hecho, para Santo Tomás de Aquino, las oraciones de petición en realidad son acciones. Y alerta sobre errores como el que Dios no se ocupa del ser humano; o que todo está ya fijado, predestinado sin que nada puede hacerse para cambiar la realidad. Oramos para escuchar e interpretar la voluntad de Dios pidiendo tener luz y fuerza para seguirla. Y sabremos cuando Dios actúa por la fe.

Pero Marianne Schlosser advierte que la oración de petición es la vía por la que Dios concede muchos de sus dones (¡otros nos los ha regalado ya sin pedirlos!), es la vía de cooperación con Dios, pero no la causa de que él se decida a concederlos. Y tan importante como todo lo anterior no es tanto que la petición haya sido atendida según nuestra limitadísima visión de la realidad, o atendida de forma distinta de cómo pensábamos y queríamos, ¡sino que haya sido escuchada!

Me envían esto por WhatsApp: “He aprendido que Dios nunca falla y tampoco llega tarde. Él actúa en el momento exacto”. Lo que hace la oración de petición es actuar en nuestra mejor actitud humilde. El momento, el cómo e incluso el qué Dios sabe mejor que nadie lo que necesitamos en cada momento.  Pero siempre necesitamos más fe y capacidad de amar. Lo cierto es que Dios actúa de la mano de la voluntad y la libertad humana y quiere nuestra comunicación para reforzar la experiencia de fe que deberá traducirse en oración de alabanza y de gratitud. Y ahí, el marco incomparable son los Salmos.  

Pero es necesario no obviar la reflexión sobre cual es la actitud nuestra cuando no recibimos aquello que tan intensamente habíamos pedido. Es la puerta abierta a la maravillosa oración de aceptación, tan alejada de la muy mal formulada "resignación cristiana".

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