Jorge Quiñones: «La Iglesia no busca votos, pero tiene el deber de declarar la verdad»

– Cuando le propusieron ingresar en la Cofradía de Caballeros Cubicularios..., ¿qué sabía usted de la hermandad zamorana?
– Es una cofradía que tiene como misión fundamental la custodia de los restos de San Ildefonso y de San Atilano, lo que refleja una actitud de fe secular, que se transmite de generación en generación, sin mengua, aún en estos tiempos, cuando aquélla pierde peso específico en la sociedad. Y representa la custodia de un patrimonio espiritual muy grande. Tiene esa doble perspectiva.
– Vaticano: ¿Donde hay mejores cabezas por metro cuadrado?
– Donde deberían encontrarse los mejores sacerdotes por metro cuadrado. Si no están conectadas con el corazón y con la santidad, las cabezas terminan siendo solamente cabezas.
- De cerca, ¿Benedicto XVI...?
– Es una persona muy diferente a la imagen que se presenta en los medios de comunicación. Eso es una caricatura, que no se corresponde al Santo Padre. Y da mucha pena ver cómo algunos católicos se dejan seducir, a veces, por estas imágenes erróneas. O cuando distorsionan sus palabras. A final de cuentas, creen conocer a una persona que no conocen.
– El cine y la televisión: ¿Se hace mucha caricatura y mucho sensacionalismo de los asuntos eclesiales?
– El tema religioso es un asunto que continuamente solicita la imaginación de las personas. Creyentes o no. Porque ven en la Iglesia algo que es interesante y no terminan de explicarse. En el plano humano, eso podría llamarse mistificación; en el plano cristiano, nosotros lo llamamos el misterio de la Iglesia, que no es mistificación… Cualquier asunto que esté relacionado con la Iglesia causa una gran sensación. Sobre todo, en esta sociedad, donde el prurito por los escándalos se halla muy presente. Así, se ofrecen películas donde la Iglesia-Institución aparece como enemiga del hombre o de la sociedad. O como un ente que está escondiendo, por maldad, verdades fundamentales para hacer más pesada la vida del ser humano. Y sólo responde a esas mistificaciones.
– Respeto a la vida: ¿Somos ahora más civilizados que antaño?
– Nosotros no podemos juzgar la época presente con categorías pasadas, ni éstas con aquella… Todo adelanto de la ciencia y de la técnica debería llevar a cada persona de esta sociedad a tener una conciencia mucho más profunda sobre el respeto a la vida. Los progresos técnicos y científicos han mostrado evidencias que se desconocían en el pasado. Sin embargo, los cristianos no estamos llamados a tener una actitud fundamentalista –porque defender la vida no es un fundamentalismo–, sino a presentar una actitud que siempre tenga presente la verdad sobre el hombre como criatura de Dios.
– ¿La política quiere, a veces, que la Iglesia comulgue con piedras de molino?
– La Iglesia, como me ha revelado el trabajo junto a hombres eximios, tiene como misión fundamental: ser pregonera de la verdad. Y ésta no se puede encadenar. No creo que la Iglesia muestre interés en hacer política. Sin embargo, tiene el deber de declarar la verdad del hombre y de la sociedad, que es cosa muy diferente a tomar partido. A veces es una historia que presenta grandes contrastes. Cuando la voz de la Iglesia contribuye, de alguna manera, a las expectativas de ciertas partes políticas, éstas se ponen muy contentas. Pero si la Iglesia ofrece una posición discordante con esos mismos grupos políticos, comienzan a atacar. Se trata de la historia infinita: Querer que el hilo de la política entre en el ojo de la aguja de la Iglesia. La verdad de ésta no busca un interés personal. La iglesia no busca votos.
– ¿El progresismo es un peligro para la iglesia?
– En la Iglesia, no se puede hablar de progresismo, de conservadurismo. Porque es un cuerpo vivo. Y un cuerpo vivo progresa, pero sin romper sus raíces. Una cosa que me ha llamado la atención, siendo hispanoamericano, es cómo la cultura de mi pueblo se siente muy orgullosa de sus raíces hispanas, pues ha traído el beneficio de grandísimos valores, cristianos y humanísticos, de la civilización española.
– ¿La crisis de valores es más grave que la económica?
– Yo creo que están interconectadas. La crisis económica no es fruto, simplemente, de un cambio en ese ámbito. No es como la marea, que sube y baja. Resulta fruto, también, de una concepción del hombre y de la sociedad, así como del mercado, que trata, muchas veces, de desconectar de la ética y de la moral.
– Si miramos a la Historia, ¿todos los Papas han sido como Dios manda?
– El Papa es Vicario de Jesucristo, sucesor de Pedro, fundamento visible de la unidad católica. Dios, que conduce a su Iglesia, conoce qué hay dentro de cada persona. Y si ha permitido, en estos 2.000 años de historia de la Iglesia, que se hayan sucedido en la Cátedra petrina, a veces, personajes un poco controvertidos, según la historia humana, eso no ha podido dañar la santidad de la Iglesia, que no se desprende de la bondad del Papa, sino del Espíritu de santidad de Dios.