José Chamizo: "La Iglesia debería pedir perdón por la guerra civil"

-Andalucía soporta unos índices muy altos tanto de absentismo como de fracaso escolar. Usted asegura que hay jóvenes que rechazan la escuela y cierto tipo de disciplina, pero no la formación.
-Hay que distinguir entre absentismo y fracaso, porque no siempre van unidos. Lo que planteo, y creo que hay gente dentro del sistema educativo que no lo ha entendido, es que hay jóvenes que, por cambio de personalidad, rotura familia y otros conflictos no quieren ir a la escuela o al instituto, pero que no rechazan recibir una formación alternativa. Y con alternativa me estoy refiriendo a compatibilizar la educación reglada con el aprendizaje de un oficio. Yo estoy hablando de chavales a los que no les importaría ir unas horas al instituto, pero que su prioridad es aprender un oficio.
-¿Qué está ocurriendo en la comunidad educativa andaluza para que cada vez tengamos más casos de padres que agreden a profesores?
-Vivimos en una sociedad en la que, lamentablemente, el diálogo se ve interrumpido, cuando lo que deberíamos tener es una sociedad mucho más dialogante y lejos de actitudes cerriles. Vivimos en una estructura donde muchas veces se arreglan las cosas de manera violenta, y no sólo me refiero a la violencia física. Esto está afectando a la escuela, porque los padres y los maestros deberían estar más coordinados para compartir la tarea de educar a los jóvenes. Yo no sé si los padres tienen una mayor responsabilidad por no atender a sus hijos, en muchos casos, porque no pueden. Da la impresión que cuando un padre agrede a un profesor está intentando demostrar que se preocupa por su hijo, cuando en realidad no lo hace. Un padre que actúa violentamente contra los profesores delante de su hijo puede estar creando, sin darse cuenta, un predelincuente.
-¿Cree usted que las expectativas que creó la Ley de Dependencia se están desvaneciendo a causa de la falta de medios?
-Honestamente, no. Creo que hay mucho por hacer, que es verdad que se están recibiendo muchas quejas, pero en otros muchos casos se está actuando adecuadamente. A mí lo que me preocupa es que en vez de priorizar el servicio se den ayudas económicas. Yo entiendo que hay situaciones crónicas que se deben recompensar, pero siempre debe prevalecer el servicio. ¿Por qué? Porque aquí de lo que se trata es de que las personas mayores estén mejor no de que nadie se beneficie de la persona mayor.
-Sólo como hipótesis, pero ¿puede ser posible que mientras usted y yo hablamos haya en Andalucía algún joven inmigrante encadenado en un centro de tutelaje?
-No. Me extrañaría que algo así pudiera suceder, porque hay revisiones e inspecciones continuas. Aquí eso sería impensable. En Andalucía, los problemas de los menores inmigrantes son otros como la inquietud de si van a ser repatriados o no; si van a poder conseguir un trabajo para ayudar a sus familias. Y cuando ven que no lo van a conseguir, abandonan el centro.
-¿Ha notado su oficina un retorno masivo de inmigrantes a sus países a causa de la situación económica en España?
-No es tan masivo, al menos de momento. Hay casos de gente que quiere regresar, pero no han recibido la ayuda para volver. Es cierto que muchos no tienen los papeles en regla, pero se han quedado en tierra de nadie.
-¿Andalucía está libre de problemas xenófobos a causa de estas tensiones laborales por la escasez de empleo?
-No, de eso no está a salvo ninguna región. Evidentemente, hoy asistimos a una competición por cada puesto de trabajo. Lo que ocurre es que en Andalucía se producen hechos contradictorios como por ejemplo, en Huelva, una provincia con tanto paro donde, sin embargo, hay que traer a casi 20.000 personas de fuera para la recogida de la fresa. En otras como Almería o Jaén sí puede haber más problemas.
-¿Cuales son las sensaciones que predominan en las quejas de los andaluces, la impotencia, la desesperación o la desorientación?
-Todo lo que has mencionado. Hay gente que está desorientada, que se le presenta un problema que no sabe ni que existía y entonces no sabe qué hacer. Y en la desorientación también puede ir la impotencia. Por ejemplo, una familia normalizada que descubre que su hijo está en la droga, cuando ellos creían que esos problemas era propios de barriadas humildes. Y para ellos es un impacto tan fuerte que llegan a la oficina del Defensor sólo para que les orientemos. También está el caso de gente desesperada que nos dice, 'mire usted, yo ya no ser a dónde ir para intentar solucionar mi problema'.
-La crisis económica está demostrando que aún no somos todos tan iguales como promulgan los defensores de la teoría de la sociedad del bienestar
-Está claro. Lo que ocurre es que estamos asistiendo a un cambio. Estamos recibiendo muchas quejas, por un lado, del tema de la vivienda, porque hay gente que no puede pagar su hipoteca o el alquiler, pero también están apareciendo pequeños empresarios a los que los ayuntamientos les debe dinero y están casi en la ruina o pequeños empresarios que han hecho trabajo para grandes inmobiliarias y ahora éstas no les pagan. Viene gente que no tiene nada, como siempre, pero ahora se incorpora un sector nuevo de gente que por primera vez se encuentran que no tienen nada. Por ejemplo, un transportista autónomo al que no le salen portes, pero tiene que pagar la letra del camión y que se ha quedado en nada. Están proliferando casos de lo que podríamos denominar como nuevas pobrezas o situaciones transitorias de pobreza, que no se están abordando adecuadamente por parte de las administraciones.
-¿La renta básica es una prioridad para Andalucía o estas nuevas formas de pobreza a las que usted alude son más urgentes?
-La renta básica, que es uno de los capítulos importante de la Ley de Inclusión social que ahora debatimos en Andalucía, aportará ayudas a personas que vivan en situaciones extremas, pero vuelvo al caso del transportista como ejemplo: tenemos que negociar con el banco para que pueda aplazar las letras del camión, hay que asesorarle para que encuentre nuevos mercados donde realizar portes y otras cuestionas.
-Desde la unanimidad política que siempre suscita su nombramiento, ¿cree que los partidos políticos andaluces están haciendo todo lo que cabría esperar de para paliar los efectos de la crisis?
-Entiendo que sí, pero honestamente creo que esta crisis los supera. Está bien que el Gobierno ofrezca soluciones, que la oposición diga que no son suficiente, en definitiva, todo este juego político, pero creo que les supera. Creo que hay que exigirles que lleguen a acuerdos sostenibles en el tiempo, porque la situación es muy grave.
-Usted sostiene que en la escuela hay que dar formación religiosa, porque sin ella no se entendería la historia del arte o del pensamiento
-A mí me gusta más llamarlo cultura religiosa.
-¿Es cultura religiosa es compatible con Educación para la Ciudadanía?
-Sí, sin ningún problema.
-¿Comprende usted la postura de los denominados padres objetores de esta asignatura?
-Yo estoy en una posición en la que tengo que entenderlo todo. Yo siempre digo que me moriré de un ataque de comprensión. Yo creo que tienen problemas, más que con toda la materia, con algunos temas, y yo creo que es bueno que estos padres, una vez que la vía judicial les ha salido mal, expongan esas inquietudes en los propios colegios.
-¿Opina usted que, desde un punto de vista histórico, la Iglesia católica debería pedir perdón a Andalucía por algo?
-Tal vez por la Guerra Civil, aunque yo no soy muy partidario de los perdones. Yo creo que es mejor, más que pedir perdón, arrimar el hombro hoy en todo aquello relacionado con la memoria histórica y ayudar a la gente que quiera recuperar a sus seres queridos. Ya hay muchos curas y religiosas que están trabajando adecuadamente; pero honestamente creo que en determinados momentos de la Guerra Civil se hizo bastante mal.