De la crisis a la unidad espiritual

La experiencia democrática, el paréntesis de 40 años vividos en el siglo pasado, fue exitoso mientras hubo la concertación de partidos e instituciones. La vorágine de la riqueza fácil petrolera despertó los demonios que en lugar de traer felicidad e igualdad, abrieron los caminos a la corrupción, a la injusticia y a la pobreza.
Retomar el camino del diálogo sincero, aceptarnos todos como sujetos activos de la Venezuela que soñamos, ceder a toda postura excluyente, y aprovechar las potencialidades existentes, naturales y humanas, es la vía para superar el terrible bache que nos tiene sumidos en el atraso y la parálisis, tanto en lo económico y social como en lo ético.
Es moralmente inaceptable, es un pecado que clama al cielo poner obstáculos o negar la participación de todos en la construcción del bien común. Nadie se puede erigir en el portavoz del pueblo, ellos mismos tienen voz y protagonismo. La oportunidad está en nuestras manos y en la sensatez de la dirigencia.
Es impostergable cambiar de rumbo. Rectificar es de humanos y es el único camino para la felicidad de todos, comenzando por los más débiles. “La grave crisis que confrontamos en Venezuela revela una situación aún más profunda: una crisis moral, de valores, actitudes, motivaciones y conductas, que es preciso corregir. Tenemos que superar actitudes como el afán de riqueza fácil y la corrupción, la soberbia política, la prepotencia y el ansia del poder, el egoísmo, la pereza, el odio y la violencia. Y hemos de rescatar los principios de legalidad, legitimidad y moralidad que sustentan el entramado de la convivencia social. Estamos convencidos de que es posible una Patria en la que impere la democracia, con instituciones eficaces y saludables, donde cada persona y la sociedad entera puedan desarrollar sus iniciativas, superarse y comprometerse con la promoción del bien común”.
Invitamos a nuestros amables lectores a leer la exhortación pastoral del episcopado, analizarla, comentarla y sacar conclusiones. Lo que buscamos y deseamos es el bien de todos los venezolanos.
Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo