El jubileo de los sanbeniteros

En Mérida, acabamos de tener una celebración jubilar muy peculiar. Son numerosas las cofradías y hermandades en torno a San Benito de Palermo, patrono real de muchas comunidades del páramo andino y de otros lugares donde su influencia se ha hecho sentir. Estas asociaciones cuyo nacimiento se pierde en la bruma del tiempo, no sólo se congregan para rezar en torno a una fiesta con el colorido propio de la religiosidad popular que con los “giros” y “trabuqueros” le dan un carácter pintoresco que no se queda en el simple espectáculo. San Benito es el eje en torno al cual se generan múltiples iniciativas de orden espiritual, social y de servicio a la comunidad.
Más de treinta comparsas, que representan casi la mitad de las existentes en la arquidiócesis se trasladaron a Mérida. En la capilla de El Espejo se congregaron para iniciar la procesión hacia la Catedral, para atravesar la “puerta santa”, celebrar la eucaristía y ganar la indulgencia jubilar. La Catedral lució insuficiente para acoger a socios y fieles devotos del Santo Negro. La experiencia de vivir la misericordia como camino de reconciliación en una sociedad en crisis y dividida como la venezolana, es un bálsamo que fortalece la construcción de la fraternidad por encima de las diferencias que separan y paralizan la convivencia pacífica y creativa de nuestras comunidades.
La multiplicación de los panes se hace presente en la generosidad característica de nuestra gente sencilla, donde la comida, abundante y sabrosa, permitió compartir después de cuatro horas de peregrinaje, la mesa común. A todos nos quedó el buen sabor de que sí es posible darnos gestos, mejor sacramentos, que nos lleven a la trascendencia y nos permitan avizorar las capacidades que da la fe para superar el marasmo destructor de la vida ciudadana y de la experiencia mística, es decir, animada por el seguimiento a Jesús, para hacer nuestra la esperanza y la alegría de un mundo nuevo. Que San Benito, poderoso en superar las desavenencias y en darnos el sustento de cada día, sea luz y faro en esta hora en que tanto necesitamos del coraje de ser apóstoles de la esperanza.
18.- 9-4-16 (3141)